EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


viernes, 9 de mayo de 2008

Soria, pura, cabeza de Extremadura...

(Como consecuencia de una de mis respuestas en esta entrada, alguien me ha envíado este billete donde se dice, ¿qué mide 18 centímetros y hace gritar de placer a una mujer?. Así son mis lectores . Me sonríen por aquí y me clavan puñalitos por correo electrónico. Os quiero, por cierto).





Siguiendo el orden cronológico, y en el año 1976, una servidora es trasladada (voz pasiva) a la bellísima ciudad de Soria (pura, cabeza de Extremadura). Se educa religiosamente con las Madres Escolapias en un colegio donde, según reza en la placa, había estudiado también religiosamente la jovencísima mujer de D.Antonio Machado, Leonor (o eso, me dice mi memoria infantil, que me rectifiquen las Escolapias si me leyeren). Metros más allá, el Alto Espino. Y en la foto, la puerta de entrada de mi colegio soriano.
De Soria, sí me quedan mil recuerdos. Volvieron a trasladarme a la capital conquense (otra vez, voz pasiva), en el 79. Recuerdo de Soria, todo. Las calles, las nevadas, el museo Numantino, la Dehesa, las fiestas de San Juan, San Saturio, la Laguna Negra... Noble ciudad ha de ser para que con seis años pueda yo recordar paseos, caras, gentes.
Allí conocí a mi primer novio oficial, D.Iñigo (que, a la sazón, no sé dónde se andará ni sé si tiene conciencia de lo novios que llegamos a ser). Su madre me llamaba "nuera" y pactó mi matrimonio con su hijo, con mis progenitores. No sé en cuánto me tasaron pero me tenía ganada a aquella suegra. La distancia fue el olvido y nunca pudimos concretar los detalles de aquel matrimonio pero guardo un cariñoso recuerdo de quien fuera mi primera suegra. Del novio , no tanto. Nunca me gustaron los hombres más jóvenes que yo y cuando yo ya andaba leyendo en mi cartilla con toda soltura, Íñigo apenas tenía dientes. Me gustan más maduritos (un amigo mío, dice que no me gustan maduritos, sino más bien jubiladísimos. Confieso que mi sueño erótico más repetido es con el barón Thyssen. Supongo que es su colección de arte lo que tanto me inspira o qué sé yo. Pero no me lo pienso hacer mirar, que os veo venir).
Y también recuerdo, por Navidad, viajes larguísimo en un Simca 1200, puertos arriba y abajo, nieve, nieve por todos lados y meseta castellana. Todo para comerme las uvas en la que es mi patria chica y donde están enterrados todos mis muertos (una siempre pensó que la patria chica es donde se tienen enterrados a los muertos, que para eso tengo un venazo folclórico que no se lo salta un gitano). Pero eso es otro cuento que habrá de contarse otro día.
La Diputación soriana tampoco me ha pagado por esto pero visitadla. Y traedme mantequilla de Soria, que también es parte de mis recuerdos infantiles.

4 comentarios:

Dr. Durden dijo...

Una duda. Cuando en sus sueños, aparece el cautivador Barón,...
¿Con qué edad se le presenta?:

-¿cuándo era un jovenzuelo? (allá por 1568).
-¿O en sus últimos días de esplendor?

Alejandra dijo...

Me tumbo en el diván y le cuento, Doctor. Déjeme que me ponga cómoda.
El cautivador caballero se me presenta casi agonizante, con una bombona de oxígeno. Yo, le agarro de una manita y él balbucea cosas raras. Intenta decir mi nombre (ahí empiezo a excitarme bastante). De repente, se le escapa una ventosidad del esfuerzo. Intenta decirme algo de la próstata y me vuelve a enternecer (eso me excita nuevamente, todo lo que toque la próstata me pone tierna). Después, me hace un gesto. Señala un cajón. Yo, me dirijo obediente porque me tiene en tal estado de gracia que no puedo negarle ni un capricho. Allí guarda un documento y un bolígrafo. Me dice que escriba los nombres de sus hijos en un papel como herederos universales. Sin querer, tropiezo con el tubito de oxígeno. Esta idea también me excita hasta límites insospechados. Ahí, él reacciona y se da cuenta de que soy la mujer de su vida. Le dejo respirar porque no quiero que nada ahogue nuestros sentimientos. Él decide cambiar ahí el testamento. A mi favor. Finalmente, le enseño el canalillo en un impulso que no puedo controlar. Llegamos al paroxismo. Él fallece inmediatamente. Parece feliz. Yo no puedo más. Y exploto.
Este sueño, Dr., se me repite tres veces cada noche.
Ya le digo que soy más de maduritos. Les tengo cariño.

Anónimo dijo...

Santísima Virgen del Parral, así cualquiera. Si es que pones unas fantasías que Madre mía del Amor Fermoso. Que si el Barón postrado...que si la mantequilla de Soria...(ya imagino yo tus fantasias al puro estilo "último tango en Paris", pero a la inversa)si que así no se puede uno concentrar en nada serio, alejandra.

Alejandra dijo...

Me pone triste pensar que te pueda haber distraído de tus tareas serias y sesudas, Alejandro, con lo de la mantequilla y la botella de oxígeno de mi hipotético amante. Pero dime, ¿hay algo más serio que un bote de mantequilla de Soria y una hipotética herencia de un señor que va a morir?. A mí todo eso me excita mucho. Lo que no me pone tanto ni me parece nada serio es mi nómina a final de mes y los garbanzos con espinacas que me he encontrado para comer. Ahora me dirás que nunca falten. Ya, si estamos de acuerdo. Pero la cosa es que no me excitan las espinacas.
Y a ver si vais soltando prenda, que aquí sólo largo yo.
Besos.