EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


miércoles, 29 de julio de 2009

En menos de 24 horas

Creo que fue Simone de Beauvoir quien dijo aquello de que las mujeres buscan hombres que aún no existen así como los hombres buscan mujeres que ya no existen.
Cuando escucho que, en menos de 24 horas, y en este país, dos hombres han asesinado a sus mujeres y se han suicidado (sumadas estas dos a la lista que ya llevamos en 2009, la cifra es escalofriante) creo que los tiros van por ahí.
Por ahí van los tiros, creo, porque a nosotras se nos ha contado una película que nadie se la cree y a ellos les han contado la historia de siempre, que resulta más cómodo para sobrevivir como un campeón. El caso es que comprando la película que nos han contado resulta que para ser alguien tienes que haber hecho tres carreras universitarias, un máster cinco idiomas, haber residido en Bruselas (por lo menos) un tiempo; además de eso, tienes que medir lo que tienes que medir y no más, hacer ejercicio diario, ser simpática, llevar las mechas que lleva Penélope Cruz (y a ser posible sus tetas y su culo) y haberte casado y parido. Todo esto, a ser posible también, antes de los treinta años. Para todo esto además, te has de apañar con un sueldo de mil euros con el que, no lo olvidemos, también tienes que pagarte la hipoteca. A medias, viene mejor. Pero eso supone también el reparto de las tareas domésticas (ya que compartes cama, qué menos que hacerla juntos). Todo esto contando con que has de haber parido a ser posible antes de los 40 y si es posible, no abusar mucho del sistema escolar (no vaya a ser que los maestricos se molesten si pierden un mes de vacaciones), pagando tu guardería religiosamente o explotando a las abuelas (que estas no deben de ser mujeres liberadas, imagino) y abuelos (en mucha menor medida).
La que intenta todo esto termina con su correspondiente paranoia. Entonces tampoco está bien porque los ansiolíticos con caros y tampoco se llega ahí con los supramentados mil euros. En resumen que cuando te quieres dar cuenta del engaño y decides largarte con un caribeño al Caribe, te topas con lo de siempre. Y lo de siempre lo rellenan ustedes que se lo saben igual que yo.
Con la esperanza de que sean las últimas (con el temor de que sé que no será así), que descansen en paz ya que en vida no las dejaron vivir en ella.

martes, 28 de julio de 2009

Ocurrió de verdad

Siempre que me relajo y me voy relajando conforme se va acercando el viernes próximo, se me vienen las cosas que me gustan a la cabeza. Los versos, estos, de Salinas siempre me salen cuando estoy como hoy estoy. Con el privilegio de poner la mente en blanco en rato y no acordarme de mucho más. Más que de lo que me gusta. Os lo pongo por aquí para que os sirva como a mí.
Ha sido, ocurrió, es verdad.
Fue en un día, fue una fecha
que le marca tiempo al tiempo.
Fue en un lugar que yo veo.
Sus pies pisaban el suelo
este que todos pisamos.
Su traje se parecía a esos otros
que llevan otras mujeres.
Su relój destejía calendarios,
sin olvidarse una hora:
como cuentan los demás.
Y aquello que ella me dijo
fue en un idioma del mundo,
con gramática e historia.
Tan de verdad, que parecía mentira.
No.
Tengo que vivirlo dentro,
me lo tengo que soñar.
Quitar el color, el número,
al aliento todo fuego,
con que me quemó al decírmelo.
Convertir todo en acaso,
en azar puro, soñándolo.
Y así, cuando se desdiga
de lo que entonces me dijo,
no me morderá el dolor
de haber perdido una dicha
que yo tuve entre mis brazos,
igual que se tiene un cuerpo.
Creeré que fue soñado.
Que aquello, tan de verdad,
no tuvo cuerpo, ni nombre.
Que pierdo una sombra, un sueño más.

lunes, 27 de julio de 2009

Cuenta atrás

Señoras y señores: comienza la cuenta atrás para irme de vacaciones. Me ha costado la misma vida volver después del fin de semana porque el cuerpo ya está de vacaciones. Pero he vuelto en contra de lo que manda la sensatez, he vuelto para rematar esta semana última de julio. Cinco días y comienza la cuenta atrás.
El próximo viernes os miraré un poco por encima del hombro, no podré evitarlo, sobre todo a quienes les toca trabajar ya. Puede parecer una crueldad pero es lo único que me pide el cuerpo: venganza.

jueves, 23 de julio de 2009

El café de la mañana

Me gusta recordarle a todas horas. Me refiero a mi padre, claro. Ayer me contaba mi progenitora que se había encontrado de casualidad con uno de sus antiguos compañeros de trabajo, ya jubilado. Habían conservado el hábito del café de la mañana entre los antiguos compañeros de café. Le cuentan que repiten cosas de las que él decía en esos cafés, chascarrillos, chistecillos, algún repaso a algún político del momento. Repiten, al cabo, trozos de su vida y de su ser. Eso me gusta. De alguna manera, está en el café de cada día y en cada uno de esos hombres que compartieron café con él tantas mañanas.
Me gusta recordarle así, en ese café de las mañanas, donde se le podía ir la vida misma y la voz arreglando el mundo. Creo que a mí me gusta arreglar el mundo en un café porque es algo que va en la genética que le heredé. Me gusta recordarle ahí, cuando aún trabajaba, cuando tenía que decidir cosas, cuando se cansaba de decidirlas. Me gusta porque recordarle viviendo su última juventud.
Me gusta saber que está en el café de las mañanas. En nuestros aperitivos. En los viajes que nos queden por hacer. En lo que dejó de bueno a mi familia. En los recuerdos que pueda haber dejado en sus hijos y los recuerdos que hagamos llegar a sus nietos. Es lo único que me consuela y lo que más me gusta. Que se le recuerde a todas horas y que alguien me diga que le recuerda y le repite las frases que él dijo.
No me gusta el silencio, no me gusta que no se recuerde a quien no está. No me gusta cómo quieren hacerte creer que es mejor pasar las páginas, olvidar rápido, pasar de puntillas por la muerte y lo que la rodea. No me gusta lo poco que esta sociedad nuestra recuerda a sus muertos. No me gusta. No me gusta parecer culpable de querer recordarle a todas horas porque recordarle a todas horas, ni me duele, ni me pesa, ni me entristece. Recordarle a todas horas es el único homenaje que ya puedo hacerle. Y no me gusta que me digan que es mejor no regodearse en el recuerdo.

Damasco, Alepo, Ammán...y otras menos vividas, pero igualmente paseadas

Hace mucho tiempo que no dedico ni un minuto a las ciudades vividas. Hoy ha llegado el momento. Me quedé en mi año 94-95, ese año incierto y tontorrón en que una acabó la carrera, no llegaba aún a la categoría de becaria en condiciones y por empezar, empezó un doctorado, un curso de inglés, uno de francés, uno de italiano y no lo empecé de checo porque ya me hubiera sentido mal. Un año incierto y raro. Clases de doctorado, sin saber muy bien en qué quería una doctorarse. Pero al final de aquel año raro, llegaron dos becas: una para Estados Unidos y otra para Siria (en el camino, habíamos desechado la idea una beca para Irán que puestos a imaginar, casi me da por mejorar mi persa). El caso es que en esa intensa búsqueda sin saber muy bien qué hacer, cuando quise darme cuenta, estaba sacando un visado para la República Árabe Siria que, en realidad, fue la tercera opción que yo había solicitado.

Llegué a Damasco un 9 de octubre de 1995. Volvería definitivamente a España un 20 de septiembre de 2000. Recuerdo la primera noche de la llegada como si la viviera en este momento. En solitario, me espera un conocido de una conocida. Lo de siempre. Un compatriota desconocido que se presta voluntariamente a hacer la recogida en un aeropuerto que, de entrada, no se olvida. Tres días de acogida amable y temporal, búsqueda de una habitación y nueva vida. Pasé por el barrio de Bab Touma un tiempo, por el barrio de Rukn Al-Din otro tiempecito, por el barrio de Al-Mezze, otro tiempecito, dos años en Alepo, vuelta a Damasco y regreso a España.

En realidad, son dos ciudades vividas y un país pateado de arriba a abajo. Damasco, Alepo, Damasco. En mitad de todo aquello, visitas al Cairo, visitas a Beirut, una estancia de unos meses en Ammán y algún que otro devaneo con la madre patria. Mentiría si dijera que no echo de menos Siria. Mentiría si dijera que querría volver a vivir de nuevo el exilio. Tanto lo eché de menos como me alegré de la vuelta definitiva.

Pero, para quienes no lo conoceis, hay que ir. Hay que ir a Damasco, a Palmira, a Hama, a Homs, a Alepo, a Beirut, a Petra, a Jerash, a Jerusalén, a Belén, a Trípoli, a Maloula, a Baalbeck, a Biblos, a Seidnaya. Hay que ir. Hay que pasar por allí, al menos, una vez en la vida.

Contad conmigo para una próxima vuelta.

miércoles, 22 de julio de 2009

Lento como una pena

Julio está pasando lento como una pena. Otros julios se me hicieron menos pesados pero he llegado a este especialmente cansada. No importa porque agosto me servirá para regular los disparates de estos últimos meses. Disparates de todo tipo en cuanto al sueño, a los viajes, a las idas, las venidas, la comida, la no comida. Agosto me servirá para eso y para más. Para poder, durante treinta días, pensar sólo en lo que de verdad quiero pensar. No narcotizarme con lo que me viene impuesto para que yo lo piense. Esta noche ya sonaron nombres posibles: Javea, Coruña, Santander, Oviedo. Da igual. Da igual donde vaya a ser pero será con calma.
Eso ya me hace disfrutar.

martes, 21 de julio de 2009

Por entretenerme

Por entretenerme, me estoy imaginando esta noche a mí misma y ya de vacaciones. No puedo escribir aquí las cosas que se me ocurren. Mucho me temo que las vacaciones me van a quedar pequeñas. Debería no entretenerme tanto por las noches.

lunes, 20 de julio de 2009

20 de julio

A pesar del tiempo pasado (y cualquiera tiempo pasado no fue mejor), recuerdo que quien fuera mi marido habrá cumplido hoy cuarenta y dos años. Hace la friolera de seis que no sé nada de su existencia pero las fechas a mí se me graban a fuego para la eternidad. Recuerdo fechas muy absurdas y esta la recuerdo cada año por absurdo que parezca. Así que le dejé en los treinta y seis y no sé cómo habrá sido su entrada en la cuarentena ni me provoca la menor curiosidad pero aún así mi memoria me trae estas fechas.
Como me traen las edades y fechas de gentes que ya no están porque desaparecieron de mi vida o desaparecieron de la suya y por ende, de la mía también. Recuerdo siempre especialmente a aquellos que quedaron en una edad demasiado joven que yo ya he superado o a la que estoy próxima. Se quedaron parados ahí y la última imagen es la de alguien demasiado joven para desaparecer. Veintiseis años, cuarenta años...y me entra el vértigo de pensarlo.

domingo, 19 de julio de 2009

Estadística

Anoche estuve en una cena maravillosa de jóvenes amigas. Maravillosa porque cené maravillosamente con buena compañía y con un excelente champán que me puso un cuerpo de jota que me dió señales de alarma a las tantas de la madrugada. Pero que me quiten lo bailado.
En esa cena de jóvenes amigas, siete conmigo para ser más exactos, juntábamos la friolera de cinco divorcios (una de ellas reincidente), dos solterías y un único matrimonio aparentemente feliz. Todo esto sólo entre siete. Ninguna llegamos a los cuarenta. Inevitablemente cabe pensar que algo ha cambiado en este país. Algo tan gordo como que no podemos vivir con nuestros hombres ni nuestros hombres con nosotras. Inevitablemente, cabe pensar si los cinco divorciados estarían en cenas paralelas con estadísticas igualmente escalofriantes, como es de suponer.

viernes, 17 de julio de 2009

Mucho asco

Resulta que una servidora se quiere levantar cada día con serenidad y resulta que cometo siempre el mismo error: ponerme las noticias de las siete, mientras me hago el café, me ducho y me preparo para salir. Resulta que cada día me cuesta más.

Me cuesta porque escucho que cinco menores de edad y uno de 22 han violado a una criatura de 13 años, a plena luz del día y en la piscina municipal de su pueblo. Escucho eso y escucho que eso sucede porque uno de los menores, antiguo noviete suyo, la había grabado previamente manteniendo relaciones con él, la chantajea y la obliga a mantener relaciones con los demás. Se me hiela la sangre ahí. A continuación escucho que una testigo de la violación tarda cinco horas en ir al cuartelillo a denunciar. O sea, que se entiende que pasaba por allí, vió lo que estaba pasando, se fue para su casa, se lo pensó, probablemente comería algo en esas cinco horas y después, se le removería la conciencia y terminaría por dar cuenta de lo visto. Se me petrifica el alma. Sigo escuchando y resulta que uno de los menores, de 13 años, está en su casa al igual que otro que es discapacitado (a éstos les sale gratis violar por aquello de la discapacidad, a lo que se ve); otros están en una casita de muñecas para menores que se portan mal y no llegan a los dieciocho y sólo el mayor, está en prisión (poco tiempo, imaginamos, hasta que le saquen una discapacidad, un eximente por consumo de droga o hasta que diga que no sabía lo que se hacía). Se me paraliza el pulso.

Con la sangre helada, el alma petrificada, el pulso paralizado, se me hace difícil pensar cómo explicarle a una niña de 13 años que, en este país, sale gratis ser grabada y chantajeada mientras mantenía relaciones con su noviete voluntariamente y que sale gratis cada una de las violaciones que tuvo que sufrir a la vista de los vecinos (al menos de alguna vecina), en la piscina de su pueblo y a plena luz del día, cuando lo que tenía por delante era un verano pacífico después de su curso escolar.Aún se me hace más difícil explicar a esos padres que esto es así. Que habrán de cruzarse con los violadores de su hija y respetarles la minoría de edad y la discapacidad y eso por el resto de su vida.

Todo esto, me da mucho asco, en serio. Tanto que no me llega el cuajo ni para escribir lo que realmente estoy pensando.

No tengo mantequilla

Es extraña la vida. Llevo viviendo en esta casa más de un año y unos meses y nunca le había visto la cara a mi vecina. Me sé sus horarios, me sé sus relaciones, sé que tiene novio, sé de qué hablan, sé qué comen, sé cuándo se va de vacaciones. Pero nunca la había visto.
Hoy se ha producido el milagro, hace una hora. Hace una hora suena el timbre de casa, a medianoche. Lógicamente, ni me molesto en abrir. Insiste. Pregunto quién es. Me dice que la vecina de al lado. Como sí conozco su voz, abro la puerta.
Me encuentro una chica rubia, delgadita, en camisón, con una cara y una voz muy agradables que me pide disculpas por la hora y la insistencia. Quería preguntarte si tenías mantequilla, antes de que apagues la luz. Estoy haciendo un pastel y me he quedado sin mantequilla. De pronto, le explico que mi nevera es un desierto de emociones. No sólo hoy. No sólo es que no tenga mantequilla. Por no tener, no tengo ni perrillo que me ladre para que no se me eche a perder con tanta ausencia. Se marcha triste porque no va a poder terminar su bizcocho.
Cierro la puerta y pienso que a lo mejor la podía haber invitado a un café para que me contara para quién prepara un bizcocho a las doce de la noche y por qué tanta prisa a medianoche de encontrar mantequilla. Qué la lleva a venir de madrugada a saludar a quien no ha saludado en un año y medio por unos gramos de mantequilla.
Aún me he quedado un rato sintiéndome culpable por no tener mantequilla en la nevera.

jueves, 16 de julio de 2009

Fin de fiestas

Bien, queridos y queridas, regresando hoy de Marruecos doy por cerrada la verbena de idas y venidas hasta, posiblemente, el mes de octubre. Agosto será mi remanso espiritual y apenas queda ya nada para eso. Catorce días. Septiembre no será viajero y a las andadas, sólo volveremos dentro de dos meses.
Hoy, y para rematar, he embarcado con una excursión de jubilados judíos israelíes que viajaban de Casablanca a Madrid en un número de doscientos aproximadamente. He tenido la mala suerte de embarcar la última, detrás de todos ellos. Tres horas de retraso. Mientras tanto he practicado mi hebreo y me he venido para Madrid mucho más sueltecita en este sagrado idioma de lo que salí de casa. Dónde va a parar.
Para completar el cuadro, se nos ha incendiado el avión en Madrid y una vez en tierra. Afortunadamente, los pasajeros ya estábamos esperando maletas y, al parecer, alguien habrá tirado una colilla en el fuel que ha caído al suelo y justo por donde tendrían que salir las maletas. El caso es que han llenado la pista de espuma y así las maletas que no han sufrido daños. Otra hora más esperando que encontraran nuestras maletas debajo de la espuma.
Pero, y al fin y al cabo, pequeñas anécdotas que no me han impedido llegar a casa y sentirme feliz y contenta por la perspectiva de los próximos días.
No es para menos.

lunes, 13 de julio de 2009

Terrorífico error

Leo a la noche la noticia de la muerte del bebé marroquí por un error médico después de la muerte de su madre hace unos días. Una se pregunta qué pecado tan grande pudo cometer para purgar en tan poco espacio y tan poco tamaño todos los pecados de la Humanidad.
De inventarlo, parecería un relato poco creíble. Tanta mala circunstancia junta en el mismo lugar, tanto astro descolocado y tan triste resultado. Pero resulta que es verdad y ha sucedido. Terrorífico error, dice el gerente. Ni por todo el oro del mundo hubiera querido verme en su pellejo. Eso desde luego.

domingo, 12 de julio de 2009

Con mis pasados y mis cosas

Va quedando menos. Mucho menos para mis vacaciones. Parece una tontería pero no estoy de vacaciones desde hace casi once meses. Que me dirán ustedes que eso es lo normal y ya, ya lo sé. Pero no es normal que yo me merezca eso.Este año sí me veo como el preso que cuenta palitos en la pared porque también me he visto como el malabarista de un circo yendo de un lado a otro e intentando que nada caiga al suelo.
Comienza la cuenta atrás para llegar al dulce momento de empezar mis vacaciones. No he pensado qué hacer con ellas. Me da igual. Sé que quiero dormir, dormir mucho, descansar. Refrescarme a todas horas, volver a dormir. Reposar los huesos. Querer, dejarme querer. He pensado en Barcelona, en Vigo, en Coruña, en Santiago de Compostela, en mi casa, en la de otros. Me da igual el destino pero ya estoy saboreando el descanso sin que haya llegado.
Pasado mañana, salgo para Casablanca. Regresaré el jueves. Y casi inmediatamente después, volveré a mi casa, con mi gente, con mis pasados y mis cosas, mis garabatos y mis fuegos, mis sobresaltos y mi sombra.
Entonces y sólo entonces, os pasaré lista a todos. Para que nadie se escape.

jueves, 9 de julio de 2009

La Goulette

Anoche me fumé un narguile de dos manzanas a pie de playa, de la Goulette en Túnez, para ser más exactos. Era el único lugar del territorio tunecino donde corría una pequeña brisa y se podía tener una charla amable. Túnez ha cambiado algo o será que yo llevo más dinero en el bolsillo desde que me hice mi primer curso de árabe en el Instituto Bourguiba en el año 93. El caso es que me tomé un muy buen pescado, logré relajar músculos que tenía estirados desde la estancia en Bruselas y de no ser porque tenía pagada la habitación, me habría quedado a dormir en la playa, a ver amanecer allí y me habría ido directamente al aeropuerto.
El calor era insoportable, pegajoso, a todas horas. Túnez estaba ya lleno de miles de turistas también insoportables, pegajosos y a todas horas. Pero de esto ya hablé cuando propuse los aviones para gente bien vestida y gente en bermudas. Soy yo, lo sé. Pero el caso es que ya me queda menos también para convertirme en una turista insoportable y pegajosa. Cuando me cruce con un desgraciado que esté trabajando en agosto, le haré saber que es eso: un pobre hombre.
Próximo destino: Marruecos. El día 14.

domingo, 5 de julio de 2009

Militantes de la vida

Hoy es día cinco y el cinco es un número feo en mi familia desde hace nueve meses. Este cinco, como los que le precedieron, va marcando la distancia de aquel otro, un mes, dos meses, tres y así hasta llegar a los nueve meses de hoy. Va marcando la distancia inevitable en el tiempo pero cada cinco es un pellizco en la memoria que te lleva a aquel otro, al último gesto, al último momento.
A pesar de ello, y aunque el cinco es feo y porque somos militantes de la vida que diría Benedetti, aquí estamos, en la mañana de un cinco de julio, recordándote, por si me leyeras de algún sitio, por si me vieras, por si me escucharas, por si Internet fuera tan eterno como la eternidad y llegara tan lejos como parece y con tanta velocidad como quisiera.
Por si leyeras, qué más decirte que todo lo que quedó dicho y ya sabías. Que estamos aquí, militando en la vida, no dejando que la canción se haga cenizas, cuidando lo que fue tuyo, recreando cada momento que dejaste y cada cosa que dijiste. Que aquí estamos, padre, pensando en lo buena que fue la vida contigo y lo injusta que fue la muerte. Aquí estamos, sí, juntos, contigo en todo momento y sin ti a cada hora. Que aquí estamos, sabiendo que sin ti, si tus gestos, sin el niño que fuiste, el joven, el adulto y el anciano que nunca llegaste a ser, no seríamos quienes somos. Que estás en todo sin rastro de tu presencia, de tu voz, de tu alegría.
Pero que aquí estamos. Para cuidar lo que fue tuyo.

sábado, 4 de julio de 2009

Gente en bermudas

Ayer, facturar en Bruselas fue una pesadilla. Por el número de gente y por la pinta que tenían todos de irse de vacaciones. Una está allí, con su maleta, su cara de agotamiento, su pinta de venir de currar y tienes al lado a una panda de paranoicos con bermudas y sandalias con los dedos al aire. Todos con una pinta de salud mientras que tú sólo quieres facturar tu maleta para poder deshacerla y hacer otra. No es tanto pedir.
Si esto fue el Bruselas-Madrid, no quiero ni pensar en el Madrid-Túnez que mañana me espera. Ya imagino las caras, las camisetitas del veraneante profesional, las conversaciones de teléfono que escucharé en la fila (Que sí, Pepe, que me voy a Túnez...si, no te preocupes, que ya pego yo el culo a la pared, que ya sabe lo maricones que son los moros; sí, no te preocupes, que ya regateo yo...que no, que a mí los camellos me dan alergia; que sí, que ya me como un bocata de jamón antes de salir...venga, Pepe, que nos vemos pronto).
No es justo. No es justo tener que viajar para trabajar en los mismos aviones donde viajan los domingueros veraniegos. No lo es. Debería haber aviones para gente seria y formal y aviones para gente en bermudas. Debería, al menos, haber un biombo hermético dentro del avión donde los desgraciados que viajamos para trabajar, pudiéramos recluirnos allí y contarnos nuestras cosas. Debería haber, de hecho, líneas aéreas para la gente en bermudas y líneas aéreas para gente que nos vestimos por completo incluso en julio.
Como no es así, recordadme mañana en vuestras oraciones. Nos vemos el jueves, D.M.
Se os quiere.

Productos de Uclés

Cuando hoy me he enterado del nombramiento del nuevo jefazo de los Mortadelos y Filemones españoles, me he emocionado. Un señor de Uclés, conquense y según dice Raúl del Pozo, hasta parece listo. Qué cosas.
A mí me llevaban de recreo y excursión a Uclés cuando era pequeña y egeberiana. Probablemente, me lo cruzaría en algún momento y sería un abuelete más de los muchos que se ven sentados en los bancos de piedra de Uclés. Dicen que el hombre es casero y que vuelve mucho a su pueblo y se ocupa de sus nietos. Como un abuelito cebolleta pero en espabilado.
De todas maneras, Uclés a mí me suena a castigo. En mi época, a los niños rebeldes los llevaban al seminario de Uclés. A los muy rebeldes, se los llevaban a Campillos y a sitios peores (algunos conocí educados por los legionarios de Cristo que sólo de oírlo me ponían los pelos como escarpias).
Supongo que tiene uno que haberse criado en un lugar como Uclés para llegar hasta ahí. O así.

miércoles, 1 de julio de 2009

Lo mejor

Lo mejor de viajar y tener un blog es que me encuentro conmigo alla donde voy. El blog me vuelve a la realidad, a la de casa, a lo que vuelvo en dos dias para volver a irme. El blog sirve en realidad para que no me pierda en las brumas y encuentre siempre el camino de vuelta.
Un beso desde Bruselas.