EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


jueves, 30 de octubre de 2008

De cómo entrar en un país diez días antes de lo previsto

Pues aquí estoy, recién llegada de madrugada de Dakar y en cuatro horas saliendo para Marsella. Para vuestro gozo y regocijo, os comento que la policía senegalesa me selló el pasaporte con la fecha de 16 de octubre de 2008 en lugar de 26 de octubre de 2008. Eso significa que, según ellos, he pasado casi quince días en Dakar. Para Iberia eso significó que yo no había viajado a Dakar el día 26 y que, por tanto, se podían permitir el lujo de anular mi billete de vuelta de ayer. Con eso, quiere decirse que casi me tengo que quedar a vivir en Senegal porque un madero equivocó la fecha de entrada en el sello de mi pasaporte. Cosa inaudita y que nunca me había sucedido en ningún viaje de Gulliver. Aclarado el asunto, tomé ayer mi avión tranquilamente.
Cosa más inaudita aún, el sobrecargo iba con la picha hecha un lío y al llegar a Barajas dijo algo así como: quienes vayan en tránsito a la URS o por ahí que salgan por la puerta de atrás, quienes se vayan a Dublin, Londres o Gibraltar que pasen por delante, quienes se queden en Madrid que no salgan del avión, quienes tengan un forúnculo que se esperen a que llegue el médico y quienes quieran volver a Senegal que lo hubieran dicho antes. Luego lo dijo en inglés. Y toda vez que se tuvo en cuenta que no sabía ni lo que se estaba diciendo, rectificó: A ver, ustedes, los del fondo, no me hagan ni caso a lo que les acabo de decir (palabras textuales). Y poco menos, vino a decir que saliéramos del avión por donde nos diera la gana.
Risas a las seis de la madrugada y afortunadamente en tierra, os comento que en cuatro horas me voy para Marsella. Espero que el sobrecargo esté más informado de lo que se trae entre manos.
Iberia está hecha unos zorros y yo también. Para qué mentir.
Besos a todos.

domingo, 26 de octubre de 2008

Cambio horario

Pues salgo en un rato para Dakar. Exactamente a las 17:55 de hoy. Espero no equivocarme de hora porque con estos cambios de horas que nunca se me han dado bien, soy capaz de cualquier cosa.
El caso es que dicen que es la noche más larga y que a las tres son las dos. Pues bien, si veis que mañana os digo algo por aquí, será porque me he liado con el reloj. Manía con cambiarme la hora cuando tengo que coger un avión.
Besos a todos.

martes, 21 de octubre de 2008

Vieja de cojones

Quienes en algo me conocen, saben que el tango siempre me ha emocionado. Supongo que muchos no sabrán por qué pero las cosas tienen, a veces, su origen en la noche de los tiempos. En mi caso, lo relaciono con una vieja amiga de quien ya no tengo noticia, una calle de Madrid y su novio, un español de origen argentino o argentino de origen español (que aquello nunca me quedó claro). Visité muchas veces aquella casa y me enganché al tango.
Siempre había cantado algunos con especial emoción. Incluso una vez me hice un pinito con la comunidad argentina en Siria. Nunca más volvieron a invitarme (debo de aclarar este punto para hacer honor a la verdad). Lo cierto es que con algunos me río bastante (de puro extraños que me parecen), con otros me emociono y otros los he cantado sin pensarlos demasiado.
Sin embargo y esta noche, resulta que se me viene a la cabeza aquella letra que dice "tengo miedo de las noches que, pobladas de recuerdos, encadenen mi soñar". Este estaba en el grupo de los tangos que cantaba sin pensar. Cuando sin darme cuenta, me puse a tararearlo esta noche, me doy cuenta de lo vieja que me siento desde hace quince días. Vieja de cojones.

Segregados y recluidos

Me informan hoy que Segregados y recluidos: los palestinos y las amenazas a su seguridad acaba de salir publicado. Aún no aparece en la página de Los libros de la catarata pero todo se andará porque está recién salido del horno.
Os lo comento porque, entre otras razones, uno de los capítulos es mío. Ya adivinareis cuál.
Me facilitan sólo cinco ejemplares (y más tarde podré regatear alguno más).
A D.Jesús llegué a comentarle este trabajo y él llegó a leer el capítulo en sus primeras versiones. Le dije que cuando llegara, le iba a dar un ejemplar. El libro ha tardado en salir y él ha madrugado para irse. Así que tendré que buscar un destinatario nuevo para mi obra magna. O así.
Besos a todos.

http://www.loslibrosdelacatarata.org/

lunes, 20 de octubre de 2008

De cómo la funcionaria opina de lo humano y lo divino

Inexplicable. Hoy me encuentro en una ventanilla cualquiera, de un ministerio cualquiera y en una ciudad cualquiera. Paso el detector de metales y no pito nada. De algo me tenía que servir la experiencia en aduanas. Para no pitar ni que me aten. No hay nada en mí que pueda pitar y controlo la posible pitada desde diez minutos antes de entrar en cualquier lugar donde pudiera o pudiese pitar. Me quito monedas, llaves, relojes, escapularios y medallas de la Virgen del Carmen. Tengo el síndrome de la "pitada" o así y todo mi objetivo en la vida es no pitar delante de nadie. Por ahora, consigo no pitar y soy feliz.

El caso es que pasado el control, me voy a mi ventanilla, entrego mis instancias y pongo cara de buena. Tasas pagadas, documentación completa, buen comportamiento y educación exquisita. La funcionaria teclea datos en el ordenador y empieza a soplar porque aquello no le responde como debiera. Su compañera, a todo esto sin casi haberse quitado los rulos, comienza a hablar del caso de la madre que ha perdido a su bebé de siete meses y ha salvado a los otros dos en una inundación en Castellón.

Una servidora pone la antena y escucha que lo que no se entiende es qué hace una madre con tres niños de noche metida en su coche, que así pasan las cosas que pasan. A mí se me abren los ojos como platos y la funcionaria que me atiende se queja tímidamente a su compañera y le dice algo así como: Mujer, a lo mejor iba a casa de los abuelos, o venía o tenía algo que hacer y tuvo que salir con los tres niños. La otra contesta que no, que hay algo oscuro y que no es normal andar en coche con tres niños a esas horas. Poco menos, que se veía venir y que no lo ve claro. Y yo, recojo mis papeles y aún ando preguntándome qué carajo no ve claro esta funcionaria eficiente.

Por si os queda alguna duda, no he logrado completar el trámite y me toca volver otro día.

Establecimiento del premio internacional Unesco - Obiang Nguema

Hay cosas que alegran las pajarillas un lunes por la mañana:

http://unesdoc.unesco.org/images/0016/001629/162938s.pdf

domingo, 19 de octubre de 2008

Llama cuando llegues

Después de quince días, no podemos decir que esto mejore aunque posiblemente progresemos adecuadamente. Cuando digo esto, digo "lo mío". Lo mío es que estoy de lo mío desde hace quince días y en pocas ocasiones, muy pocas, puedo estar de lo vuestro, lo otro, lo ajeno, lo que no me es indiferente ni nunca lo ha sido pero ahora me parece secundario. Sé que corro el riesgo de convertirme en esa amiga plasta de la que todo el mundo huye corriendo por los rincones cuando la ven llegar pero tampoco me importa el caso. Seguiré estando de lo mío hasta que el cuerpo me lo pida y el cerebro me vaya por esos derroteros y no hasta que me mande la psicología moderna. Advierto ya que no estoy para dejarme mandar por nadie y soy de costumbres ancestrales.
De esta guisa, me enfrento a mi segunda semana de trabajo y se perfila ya mi viaje a Dakar el próximo domingo. He estado mirando por Internet el hotel y me parece un buen lugar para reposar mis huesos después de todo. Quiero llevarme un buen libro para esas noches senegalesas que me aguardan (se admiten sugerencias). Querría llevarme también un número de teléfono que ya no funciona donde poder llamar y decir que he llegado bien, que el piloto hizo su trabajo y que la maleta está a buen recaudo. O contar también que hay una humedad tremenda y que los huesecillos se me van a resentir. Y escuchar al final lo de siempre: "Un abrazo". Llamaré, de todas maneras, porque hay gente esperando la llamada. Pero costará no recibir ese abrazo telefónico desde Dakar.
Buena semana a todos.

jueves, 16 de octubre de 2008

Juan Sebastián Elcano

De las muchas cosas que D.Jesús me ha dejado antes de irse (de las que se ven y las que no se pueden ver), tengo esta maqueta del Juan Sebastián Elcano que hizo con sus manos. No fue la única. Perdimos la cuenta de los barcos que hizo y mejoró. De los que regaló y repartió a amigos y familiares. El último que estaba haciendo y que ya se perfilaba precioso, como todos los anteriores, se ha quedado sin terminar. Está ahí, encima de su mesa de trabajo, con todas sus herramientas, sus libros, sus cálculos, sus clavitos, sus tablitas. Todo en su orden y reflejo de un cerebro ordenado, trabajador, constante, inteligente.
Todo ahí, con sus gafas de cerca y su ausencia. Que dice mi sobrina a sus cuatro años y medio que cómo es que el abuelo se ha dejado las gafas antes de irse. Que si no las necesita allí donde se ha ido.
En fin, que en mis muchos ataques de nostalgia en estos días, de rabia, de coraje, de no comprender por qué coño ha sucedido ni por qué ha sucedido así, me entra la nostalgia de las fotos, de las suyas, de las cosas, de lo muy antiguo, de lo último. Y todo me sirve para seguir pensándole, para que no se me olvide ni un minuto, para seguir cagándome en lo humano y en lo divino.
Ahí os lo pongo porque sí, porque es mío y me apetece que se sepa. Como me apetece que se sepa que no ha habido ni un solo minuto en los últimos once días en que no haya pensado en él. Ni un solo segundo, si se me apura.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Talleres Garrido

Durante el duelo y como bien sabeis, hay muchas fases a las que enfrentarse. Lo que jamás pensé es que alguien me haya estando llamado durante una semana a un número de teléfono para preguntar por la familia y sistemáticamente, la respuesta que le han dado es: Talleres Garrido, ¿dígame?. Lejos de pensar que el número estaba equivocado, ese alguien lleva pensando toda la semana que los de Talleres Garrido (ignoramos quienes son y dónde se ubican) me habían secuestrado y me estaban despedazando en un descampado. Por ejemplo.
Al fin, se decide a preguntarme por otra vía por el teléfono fijo de mi casa y descubre que donde ponía un seis era un siete. Y así.
En todo caso, no me queda más remedio que agradecer a todos vuestras llamadas, vuestros mensajes, vuestro cariño y vuestros intentos de estar en este momento.
Es más, le agradezco también a Talleres Garrido la paciencia que han tenido con esta amistad. Prometo localizarlos y cambiar el aceite y las ruedas ahí a partir de ahora. Por compensar, más que nada.

martes, 14 de octubre de 2008

Madrid-Dakar-Marsella-Madrid

Hoy he necesitado mis cuatro despertadores para despertarme. El de mi móvil personal es la imitación de un pollo loco que canta al amanecer en una granja y no sé ponerle otro tono. Así que me despierto con los tres despertadores de siempre y un pollo loco que pega voces.
Que yo necesite de nuevo cuatro aparatos pegando alaridos es señal de que vuelvo a dormir con las ganas necesarias. Que me despierte con la indignación que me provoca el pollo loco es señal de que soy idiota y que no tengo ni idea de cómo degollar al pollo paranoico.
En todo caso, son mis cuatro despertadores, mi pollo loco y mis amaneceres. Incluso hoy he retozado mi media hora de rigor en la cama hasta darme cuenta de que ya iba con retraso. Esa media hora me provoca tanto placer que aunque luego salgo corriendo como una energúmena, no podría ser feliz sin retozar esos treinta minutos.
Todo esto no significa que se esté del todo bien. Ahora, cuando el pollo paranoico me despierta, incluyo en mis recuerdos cosas que antes no me eran tan necesarias.
Pero vamos haciendo camino y entre las graves decisiones que he tomado de ayer a hoy, he decidido retomar mi viaje a Dakar y el de Marsella como estaba previsto. Tindouf se quedó definitivamente en el aire. Pero no llegaremos tarde a Dakar.

lunes, 13 de octubre de 2008

Inmediatamente después


Las cosas son así. El primer libro que ha caído en mis manos inmediatamente después de la vorágine de los últimos quince días es el que da título a esta entrada.
Me dice la autora y conocida (que había tenido el buen gusto de regalármelo hace unas tres semanas) que a lo mejor no es lo más recomendable. O tal vez sí. En cualquier caso, ya llevo cincuenta páginas. Y ya no voy a parar hasta que lo termine.
Por si acaso, os lo voy recomendando porque sí, porque me apetece.
Además, poniendo la tele por primera vez en quince días, descubro a Ortega Cano bailando. Como para arrepentirme el resto de mis días de haber encendido la tele.
Así son las cosas.

domingo, 12 de octubre de 2008

La normalidad

Estamos de vuelta a Madrid, a eso que llaman la normalidad, el trabajo, el lío diario. Pero para mí la normalidad era lo de antes. Lo de ahora no es normal hasta que, supongo, llegue un día en que sí lo sea. Por ahora, no me es normal no poder hablar con él, no saber cómo está, no contarle lo que estoy haciendo esta semana. Pero bueno, acepto con resignación mi nueva normalidad con el único consuelo de saber que no se pudo hacer más y que se le quiso hasta la médula. Y que él sabía que así era.

Mucho antes de que todo esto sucediera, tenía en mente lo del testamento vital. Esas cosas que vas dejando porque siempre salen otras más urgentes y menos lúgubres. Pero no pasa de ahora. Tal y como han sucedido las cosas, no me queda otra que dejar por escrito cómo quiero morir el día en que me toque a mí hacerlo. Espero poder meter una claúsula donde se diga que no quiero absolutamente nadie a mi alrededor que me hable de Dios ni de la Virgen ni del sufrimiento como vía para una vida mejor que me espera después de palmarla. Sólo eso pido por caridad. Que nadie me hable del valle de lágrimas ni de la vida eterna. Un respeto a quienes no nos gusta nada sufrir ni creemos que pueda haber nada más.

Aprovecho para abrazar desde el alma a quienes habeis estado ahí, al pie del cañón, de una manera u otra. Sin vosotros, todo esto hubiera sido aún más difícil. Sin vosotros, lo que viene, sería absolutamente insoportable.

Se os quiere.

lunes, 6 de octubre de 2008

Llorar a lágrima viva

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo

Don Jesús



En esa ventana que veis ahí he pasado prácticamente desde el día 27 de septiembre y hasta la noche del fallecimiento de mi padre en la madrugada del 5 de octubre. Podría querer olvidarla pero decidí guardarla conmigo. Han sido noches y días entre esa ventana y la cama donde él se nos moría. De pronto, Don Jesús se nos ha ido.
Como el otro, tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Te quiero, padre.