EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 29 de mayo de 2011

Siempre pido una hora más de cordura que de vida

Esa frase está sacada de La memoria de las hormigas, de Iolanda Batallé, que es el libro que me ocupa en estos días. Y viene a resumir muy bien lo que pienso en mí y en quienes quiero cuando pienso en mi vida y en mi muerte. Pienso siempre que hay cosas que se podrían hacer insoportables (la lista de males puede ser infinita) pero si hay una idea que se me hace insoportable es justamente ésa: perder la memoria, la conciencia de mí misma, la cordura. Pedir una hora más de cordura que de vida es a lo único que aspiro. Y lo único que deseo a quienes quiero. Llegar hasta el final con la plena conciencia de sí mismo, con capacidad de decidir lo que se quiere o lo que no se quiere y sabiendo quién es quién.

Así se fue mi padre: escribiendo hasta el final, razonando hasta el final como un reloj. Y cuando ya dormía, incluso en el sueño que interrumpió para despedirse, sabía quién era. Quiénes éramos, quiénes habíamos sido y lo mucho que la vida nos había regalado.

Así quiero irme yo. Un día, de golpe y sabiendo quien fui. Una hora más de cordura que de vida.

No estoy

Decía Benedetti en ese último libro, Biografía para encontrarme, aquello de no estoy, por favor, digan que no estoy, por una vez en tres semanas, quiero meterme en mis paredes, solo y al aire, sin pedidos, sin exigencias de ocasión...


Creo que es eso lo único que me apetece decir. Por favor, digan que no estoy.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Extraño mayo

Por diverso. Intenso. Como todo este 2011. Todo lo que sucede me saca del sopor que arrastraba a finales del 2010. Casi, de hecho, ni me acuerdo del estancamiento aquel. El 14 de enero, el 25 de enero, el 20 de febrero y ahora el 15, aquí. No daremos casi para abarcar el calendario y las conmemoraciones como esto siga así. Se me ocurre reemplazar a los santos oficiales por estas fechas del 2011 para compensar los siglos de hegemonía católica sobre los actos del día a día. Se me ocurre que podíamos cambiar la Semana Santa por la caída de Mubarak, con su poquito de celebración en el Tahrir o plazas de ese calibre. Se me ocurre que la Natividad podíamos ir cambiándola por la caída de Ben Alí. Vistamos a unos santos para desvestir a otros. Por variar. Por no aburrirnos. Por mantener la emoción. Incluso hay vida en España. Incluso hay aún esperanza. Hay seres atrevidos y atravesados aún por un hilo de vida en la puerta del Sol de Madrid y en otros lugares. Dicen que han acampado allí. Seres que piden cosas raras. Seres que no tienen trabajo, ni ganas de votar a gente que les engaña. Un fenómeno paranormal se está produciendo en nuestra patria: por fin, hay seres quejándose de lo que les pasa, gente amontonada por esa razón y no ha habido partido de fútbol ni nadie ganó a nadie. Donde hay vida, hay esperanza. Me gustan esos seres, no lo puedo remediar. Están provocando un extraño fenómeno paranormal.

Me gusta el 2011. No lo puedo remediar.

martes, 10 de mayo de 2011

Las tardes del Rabue

A estas alturas del año y durante mi vida en Siria, me encantaba pasearme hasta los restaurantes del Rabue, a la salida de Damasco, pedir unas entraditas para picotear al aire libre, charlar hasta altas horas de la noche y regresar caminando a casa. Se ponía hermoso Damasco a estas alturas del año. Me pregunto con pena por sus calles y sus gentes. Reconozco que la nostalgia me está ganando la partida y que daría algunas cosas por poder estar allí. Y a pesar de todo, por ser quien fui. Sobre todo porque había alegría en las tardes del Rabue y serenidad, porque estaba todo por hacer y todo estaba por llegar.