EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


lunes, 12 de mayo de 2008

Naufragio o el día que el océano devoró a Tyrson (cortesía de Leandro)



Préstamos. En este caso, de Leandro, el gran Leandro. Que es todo generosidad. Me ha dicho que lo que hay en Internet es de los españoles. Y he tardado cinco minutos.




NAUFRAGIO O EL DIA QUE EL OCÉANO DEVORÓ A TYRSON
Leandro Vázquez Cervantes - España
http://axxon.com.ar/rev/184/c-184cuento5.htm


Esquirlas de metal ardiendo cosían el cielo. Desde el agua helada, Tyrson observaba aterrado cómo crepitaba la plataforma, al tiempo que se hundía totalmente destrozada en el océano.
Llevaba dos meses en esa plataforma petrolífera del Mar del Norte, a doscientas millas náuticas de las costas de Islandia. La explosión le había sorprendido durmiendo. Literalmente, voló junto a su cama cincuenta metros hasta caer al agua.
Ahora, entre hierros chisporroteantes y torrentes de fuego, los peces parecían ser su única compañía. No más supervivientes. Atrapado en un desierto de agua a -20 grados, y fuego.
Con el cuerpo tan helado que le dolía, calculó una hora —como máximo— antes de morir por hipotermia. Menos de lo necesario para que llegara ayuda.
Los restos de la estructura iban desapareciendo rápidamente bajo la manta de espuma del océano. Tyrson se alejó de allí. Se despojó del calzado como un sortilegio para deshacerse a tiempo del pánico.
Un hombre como Tyrson había resucitado muchas veces en su vida, después de ser crucificado por las mujeres. Había ido por la vida dando patadas a sus muchas decepciones como si fueran cantos rodados, mientras seguía su camino silbando. Quizá sólo fuera un niño grande, pero este minero oceánico que había elegido trabajar en una remota plataforma para así tener que hablar lo menos posible no era un hombre que iba a implorar al cielo porque el océano se lo estaba por tragar.
Así que sacó su armónica y tocó un último blues, un blues que era como un idioma inventado para decir adiós sin palabras, como un niño que aún no habla.
Años después de haberse comido a Tyrson, los peces aún cantaban aquel blues.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Leandro, que grande que es, y no lo digo por el volumen, que también, sino por lo bien que lo hace todo el jodío...traductor, informático, músico y ahora escritor y padrazo. Muy buena idea Alexei

Alejandra dijo...

El Gran Leandro, creo, no termina de creerse que le hemos colgado por aquí. Pero todo se andará y todo piropo es poco. Que también le he colgado en los enlaces y vengo de escuchar lo que tantos años esperé.
Ahí está Leandrix, con un par.