EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


viernes, 16 de mayo de 2008

Cuando no está de Dios



Antes de salir de casa, una ha mirado al cielo, ha consultado el horóscopo. Se ha leído a sí misma la palma de la mano, los posos del café. Se ha echado las cartas y ha puesto el péndulo a funcionar. Ha mirado la página de la Dirección General de Tráfico, los partes de meteorología, los resultados de la última citología (por si ayuda). Ha mirado a derecha a izquierda y, además, ha echado sal por los rincones. Los astros estaban alíneados a mi favor, mi número de la suerte también. Todo en orden, pues. Acelerador y listo.


Pues no. He olvidado desconectar los cuatro despertadores que siempre me acompañan. Despierta, pues, desde las siete y media de la mañana; a las ocho, alguien tiene a bien informarme de que no se pasa una ITV sin claxon, sin el piloto de la luz del freno izquierdo y sin alfombrillas del copiloto. Esto último no lo he entendido bien. A las nueve en el taller. El taller me informa de que no es el claxon lo que no funciona (ya quisieras, bonita, me dice entre chulito y fumadete). Lo que no te funciona es el airbag (pá habernos matao, añade), ni el claxon, ni la guantera, ni la luz del freno, ni la alfombrilla, ni Dios que lo fundó. Disgusto en el taller, gritos, desgarros, rechinar de dientes. El coche duerme allí la noche sin su dueña.


Después, encuentro que el hogar ha sido tomado por los pintores. Tres. O cuatro. Tal vez, cinco. Por no encontrar, no encuentro ni las bragas de repuesto. Y huele a humedad. A mucha humedad.


Mis sobrinos, mientras tanto, han decidido amordazarme. Una saltaba en lo alto de mi cabeza mientras el otro me sujetaba por los mismísimos pelos del cogote. Entonces, y sólo entonces, recuerdo que sólo hace dos días yo era feliz.


Por si acaso, puse una primitiva. No vaya a ser que, después de todo, el horóscopo no me mienta.


A pesar de tanta tragedia, sigo de puente.


2 comentarios:

Paul Spleen dijo...

¿Cómo se te ocurre no llevar alfombrilla para el pasajero? Por cosas menores, han ejecutado a gente en otras épocas. Mi claxon sólo funciona el 20% de las veces, pero tuvo a bien sonar cuando me pidieron que pitara en la ITV. Lucky me.

P.D.: Me gusta Kennedy.

Alejandra dijo...

Lo cierto, Paul Spleen, es que lo que no suelo llevar son pasajeros. De ahí que no lleve alfombrilla. Ese hueco lo utilizo para poner las bolsas de la compra, los papeles, los libros, el termo de café. Ahora me dirá que qué llevo en el maletero. Le diría que a mi difunta suegra. Pero no. En el maletero, llevo las cosas normales: un par de zapatos, una manta, un par de periódicos, unas botellas de agua. En fin, que me reparto el espacio en función de la unidad familiar. Que soy yo y mi hipoteca.

P.D: A mí me gusta la anécdota de Kennedy.