EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


jueves, 29 de octubre de 2009

Salut à toi pays de nos aïeux

Este es el título del himno nacional de Togo. Lo traigo aquí porque es la primera vez que lo leo y lo escucho. No es que una le tenga afición a los himnos nacionales de ninguna nación conocida o desconocida pero es que, por primera vez en mi vida, viajaré la semana que viene a Lomé. Capital de Togo.
Esto me hace ilusión. Ilusión porque siempre que os hablo de mis viajes habreis observado que los destinos se repiten hasta la saciedad en ocasiones. De modo que, ir a Marruecos, ya me resulta tan sosín como pasearme por Lepe o Almendralejo. A lo que voy: que Togo es destino que nunca me puse en la cabeza y ahora la vida me lo pone por delante. Me dicen que las playas son inmensas y el país es hermoso. Leo su historia y está llena de nombres muy sonoros y pomposos. Dudo que tenga tiempo para hacerme con nada de lo que voy a ver. Pero pisar el país ya me pone en la situación de tener que leer sobre un país que nunca hubiera pensado visitar.
Togo me espera. Previo a eso, visitaré a la familia. Como si Lomé no me estuviera esperando.

martes, 27 de octubre de 2009

En sólo veinticuatro horas

En sólo veinticuatro horas y en distintos países, dos personas muy diferentes me han dado un único mensaje, claro y contundente: que busque tiempo para mí y que busque tiempo para hacer cosas que normalmente no hago (ir al cine, ir a la peluquería, ponerme mechas...).
Qué cosas: dos personas, dos países, dos continentes, dos idiomas, dos caras distintas y un único mensaje.
A lo mejor tienen razón.

sábado, 24 de octubre de 2009

Lo ha sido

Me preguntaba alguien en la anterior entrada si es que ha sido delirante esta semana. Sí, claro que lo ha sido. Además la semana no ha terminado todavía. Quiere decirse con eso que la semana, la laboral, sigue. Escribo desde Casablanca, ayer estaba en Sevilla y mientras tanto he pasado por Madrid. A regar las plantas y a cambiar la ropa interior. Literalmente.
Hace una buena noche en Casablanca. Noto la humedad en cuanto llego. Antes me ponía de mal humor. Cuando era más joven, quiero decir. Ahora ya no me pone de mal humor casi nada. Ni la humedad ni la mala fe. Eso es que me hago vieja porque noto que ya no me arrebato como antes y no sé si me gusta. Me recuerdo siempre arrebatada y nunca tendría razón pero eso me ponía la sangre por las nubes y, creo, me gustaba bastante la sensación.
Ahora gozo de mucha paz y me importa un bledo hasta la humedad de Casablanca.
Semana delirante y fin de semana húmedo en Casablanca.
Un beso a todos desde el reino de Marruecos.

viernes, 16 de octubre de 2009

Derecho al delirio (Lo escuché hace dos días de boca de su autor)

Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. Las Naciones Unidas han proclamado extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar.

¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Al fin del milenio vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;

La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir, no más, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;

La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;

Una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

lunes, 12 de octubre de 2009

Y el Plus pál salón

Estoy viviendo un puente de aquellos de paz, amor y el plus pál salón. Poco más se puede pedir. Sobre todo, cuando pienso en lo que queda por delante hasta que las campanadas suenen y me comas las uvas, este remanso florido y hermoso es como un bálsamo para mi alma y mi cuerpo.
Mañana se acaba. Pero lo hemos vivido con tranquilidad y en el Sur, que siempre existe.
¡Viva la Hispanidad y la Virgen del Pilar!. Se me ocurre.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Primera vez

Hoy entré por primera vez en mi futuro hogar. Diría que me gusta lo suficiente como para haberme ilusionado y que me llega en buen momento. Confieso también haber llorado y no precisamente de la emoción ni de la alegría.
A lo que voy: que si es un lugar que me ilusiona y me emociona a partes iguales es que se trata ya de mi casa. No en todas las ocasiones un lugar de tan pocos metros cuadrados, consigue tantos efectos en mí en tan poco tiempo.
A lo que voy: que la casa es mía y no porque lo digan los papeles, que también. Sino porque ya me provoca vibraciones positivas y desequilibrios a partes iguales.
Es lo que hay.

lunes, 5 de octubre de 2009

Poema para el padre (a un año de su muerte)

Esto fue lo que pasó hace ahora exactamente un año.


Y fue entonces que con la lengua muerta y fría en la boca
cantó la canción que le dejaron cantar
en este mundo de jardines obscenos y de sombras
que venían a deshora a recordarle
cantos de su tiempo de muchacho
en el que no podía cantar la canción que quería cantar
la canción que le dejaron cantar
sino a través de sus ojos azules ausentes
de su boca ausente
de su voz ausente.
Entonces, desde la torre más alta de la ausencia
su canto resonó en la opacidad de lo ocultado
en la extensión silenciosa
llena de oquedades movedizas como las palabras que escribo.

Alejandra Pizarnik POEMA PARA EL PADRE

sábado, 3 de octubre de 2009

Un angelito

Un angelito bueno me guarda desde algún sitio. A punto de poder conocer por dentro mi nueva casa que a punto ha estado de no ser mía y que finalmente sí lo será, resulta que me entran unas dudas terribles sobre cosas que nunca he pensado. A saber: qué es el color bengué y cuál es la mejor encimera para la cocina. Dudas que nunca he vivido porque una, vagabunda errante por definición, siempre ha vivido de la imaginación de otros, en alquileres breves, menos breves pero, en cualquier caso, sin tener que decidir de qué color son las cortinas ni el suelo. A mis casi treinta y ocho años me enfrento por primera vez a la hoja de remates de una vivienda, a pelearme con los que hacen cocinas, a ver qué colores van mejor con mi personalidad y todo eso. No sé yo dónde parará. Además de la tremenda duda, me entra la congoja de saber que jamás he utilizado un destornillador ni una "blacandeker". Ni puñetera falta que me ha hecho porque eso ya lo hicieron otros por mí. O sea, que de intentar colgar un cuadro o una cortina podría terminar en presidio.
Sin embargo, un ángel bueno me hace llegar hoy una buena noticia. A través de un seguro dental que tengo contratado, resulta que me ha tocado un premio que consiste en una cosa muy graciosa. La cosa es que tengo dos sesiones de bricolaje gratis, con tres horas de mano de obra cada día. O sea, tengo a alguien que puede dedicar seis horas de su vida a colgar cosas en mi casa nueva. Pero tengo qué elegir qué quiero que me haga (no valen chistes fáciles). La cosa es que tengo que medir muy bien esas seis horas y saber si quieren que me miren las cisternas del cuarto de baño, que me cuelguen las lámparas o que me pongan los muebles de IKEA (sobreentiende ellos que voy a comprar muebles de IKEA).
La tensión es máxima en este momento. Tengo que elegir lo que menos se tarde en hacer de modo que en seis horas logre el resultado máximo.
Esta idea me pone mucho.