EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pitufando

No deja de ser una ironía que me genera la mala conciencia eso de que en mitad de la vorágine, sientas mucha calma. Casi felicidad. Por ver cumplidas algunas profecías que significan, a pesar de todo, que quienes la dijeron tenían esa inteligencia que casi nunca se encuentra.



Tampoco deja de ser una ironía rendirse a la evidencia contudente de algo en el día de hoy, justo cuando menos ganas dan de rendirse ante nada y cuando menos se debería. Pero hay causas perdidas de verdad, momentos que no se cambian, rencores que no pasan y energías que de nada sirvieron, probablemente.



Va por ustedes, claro. Una vez más constato que de nada sirve la buena fe y que casi siempre ganan los malos. Menos en la película de Los Pitufos que vi este verano con mis sobrinos. No debí salir de la sala.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La cocina de verano



Cuando vuelvo por aquí, me doy cuenta lo rápido que pasa el tiempo. Casi sin sentir. Lo abandonado que lo tengo. Y es que el verano me está dejando sobre todo una languidez tontorrona, casi de princesa de cuento, de mareo y sopor, de tontuna absoluta, en definitiva. Pero es agradable. La mayoría del tiempo lo divido entre sueño, lectura y cocina. Dedico largas horas a dormir (no precisamente las ortodoxas), largas horas a leer (preferentemente la madrugada) y unos buenos ratos a cocinar: magret de pato, pastel de puerro, empanada, berenjenas rellenas en aceite de oliva, lentejas con todo su aliño, la tradicional tortilla de patatas, espinacas en varias versiones, lasaña, moussaka. No recordaba un verano tan creativo en lo gastronómico desde hace tiempo. Se ve que me provoca felicidad y me relaja lo de cortar un puerro.


domingo, 19 de junio de 2011

Cuerpo de jota

Estas mañanas de domingo me ponen eso que tradicionalmente se conoce como cuerpo de jota. Cierta flojera matutina, ese desperezarse sin control, sin medir los tiempos. Sin querer saber de citas ni de teléfono. Posiblemente sea para mí la etapa más dura del año. No termina de verse aún el descanso, las cosas siguen girando, pero el cuerpo y la mente quieren ir girando en otra dirección. Flojera dulzona donde te consientes todo como en las mañanas de verano de la adolescencia cuando todo el desafío era ver qué maldad cometerías esa tarde y a quién querrías y a quien ibas a comunicarle que le dejabas de querer.


La sensación es la misma salvando que ya casi entramos en la cuarentena y que llega la hora en que te preguntas qué te toca hacer hoy. Siempre sale algo. Pero la flojera dulzona es la misma. Idéntica.

sábado, 18 de junio de 2011

No me sale

Hoy me preparo para ver a alguien a quien aprecio y que está sufriendo. Si para algo no sirvo en la vida es para darle consuelo a nadie. No valgo. No puedo. No me sale. No me salen palabras que no me creo ni esperanzas que no existen. No sé falsear las palabras para que todo parezca mejor o más dulce, al menos. No creo en el Más Allá, casi ni en el Más Acá, no creo en la resurrección de los muertos, ni casi me da para creer en quienes dicen estar vivos y eso parecen (al menos, se mueven y respiran). No me enseñaron a mentir y aprendí bien la lección. Supongo que para mi desgracia y la de otros.

domingo, 29 de mayo de 2011

Siempre pido una hora más de cordura que de vida

Esa frase está sacada de La memoria de las hormigas, de Iolanda Batallé, que es el libro que me ocupa en estos días. Y viene a resumir muy bien lo que pienso en mí y en quienes quiero cuando pienso en mi vida y en mi muerte. Pienso siempre que hay cosas que se podrían hacer insoportables (la lista de males puede ser infinita) pero si hay una idea que se me hace insoportable es justamente ésa: perder la memoria, la conciencia de mí misma, la cordura. Pedir una hora más de cordura que de vida es a lo único que aspiro. Y lo único que deseo a quienes quiero. Llegar hasta el final con la plena conciencia de sí mismo, con capacidad de decidir lo que se quiere o lo que no se quiere y sabiendo quién es quién.

Así se fue mi padre: escribiendo hasta el final, razonando hasta el final como un reloj. Y cuando ya dormía, incluso en el sueño que interrumpió para despedirse, sabía quién era. Quiénes éramos, quiénes habíamos sido y lo mucho que la vida nos había regalado.

Así quiero irme yo. Un día, de golpe y sabiendo quien fui. Una hora más de cordura que de vida.

No estoy

Decía Benedetti en ese último libro, Biografía para encontrarme, aquello de no estoy, por favor, digan que no estoy, por una vez en tres semanas, quiero meterme en mis paredes, solo y al aire, sin pedidos, sin exigencias de ocasión...


Creo que es eso lo único que me apetece decir. Por favor, digan que no estoy.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Extraño mayo

Por diverso. Intenso. Como todo este 2011. Todo lo que sucede me saca del sopor que arrastraba a finales del 2010. Casi, de hecho, ni me acuerdo del estancamiento aquel. El 14 de enero, el 25 de enero, el 20 de febrero y ahora el 15, aquí. No daremos casi para abarcar el calendario y las conmemoraciones como esto siga así. Se me ocurre reemplazar a los santos oficiales por estas fechas del 2011 para compensar los siglos de hegemonía católica sobre los actos del día a día. Se me ocurre que podíamos cambiar la Semana Santa por la caída de Mubarak, con su poquito de celebración en el Tahrir o plazas de ese calibre. Se me ocurre que la Natividad podíamos ir cambiándola por la caída de Ben Alí. Vistamos a unos santos para desvestir a otros. Por variar. Por no aburrirnos. Por mantener la emoción. Incluso hay vida en España. Incluso hay aún esperanza. Hay seres atrevidos y atravesados aún por un hilo de vida en la puerta del Sol de Madrid y en otros lugares. Dicen que han acampado allí. Seres que piden cosas raras. Seres que no tienen trabajo, ni ganas de votar a gente que les engaña. Un fenómeno paranormal se está produciendo en nuestra patria: por fin, hay seres quejándose de lo que les pasa, gente amontonada por esa razón y no ha habido partido de fútbol ni nadie ganó a nadie. Donde hay vida, hay esperanza. Me gustan esos seres, no lo puedo remediar. Están provocando un extraño fenómeno paranormal.

Me gusta el 2011. No lo puedo remediar.

martes, 10 de mayo de 2011

Las tardes del Rabue

A estas alturas del año y durante mi vida en Siria, me encantaba pasearme hasta los restaurantes del Rabue, a la salida de Damasco, pedir unas entraditas para picotear al aire libre, charlar hasta altas horas de la noche y regresar caminando a casa. Se ponía hermoso Damasco a estas alturas del año. Me pregunto con pena por sus calles y sus gentes. Reconozco que la nostalgia me está ganando la partida y que daría algunas cosas por poder estar allí. Y a pesar de todo, por ser quien fui. Sobre todo porque había alegría en las tardes del Rabue y serenidad, porque estaba todo por hacer y todo estaba por llegar.

viernes, 29 de abril de 2011

Me duele

Me duele el alma estos días. Me duele Siria.

domingo, 24 de abril de 2011

A veces...

A veces me pregunto por qué el televisor es un aparato que siempre me ha sobrado (de hecho, no lo tengo en casa) y, sin embargo, el ordenador es un aparato del que no puedo prescindir y con el que hago, podría decirse, una gran parte de mi trabajo y gran parte de las comunicaciones personales. Pero no sólo eso. Podría pasar horas muertas buscando cosas por Internet, leyendo historias, yendo, viniendo. Sin embargo, la televisión me aturde, me aburre, me hace sentirme idiota y sobre todo, me indigna su presencia omnipresente en restaurantes, bares, casas privadas. La escuchas, quieras o no quieras hacerlo. Y si pides que se baje el volumen o que se apague, se te mira como si estuvieras pidiendo algo inaudito. No digo nada si declaras no tener televisor en casa (como si fueras snob de nueva hornada cuando la realidad es que ya la odiabas desde el vientre de tu madre). Venía hoy pensando que si hay dos aparatos imprescindibles en mi vida son, sin duda, el ordenador y el coche. Me fastidiría enormemente prescindir de alguno de ellos. Prescindiría de televisor y microondas (de hecho, no los tengo en casa), del teléfono móvil (con todo el gusto del mundo), pero me costaría no tener el coche cerca y el ordenador. Y pensando en esto, mientras conducía, he llegado a la conclusión de que hay aparatos que me provocan sensación de sumisión y otros de libertad. Creo que ahí está la clave.

martes, 19 de abril de 2011

Compañero del alma, tan temprano...

A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero...


domingo, 10 de abril de 2011

Mal diseño

Cómo atraviesan las palabras. Sin querer, andaba haciendo recordatorio esta noche de las palabras que más me han dolido. Hacía el ejercicio también de recuperar las que más me han alegrado. Es curioso, ni de lejos, recuerdo la textura de las últimas como la de las primeras. De las primeras, creo, se queda todo. El momento, la persona, la cadencia, la mirada, el impacto. Se repiten como mantras a lo largo de los años. Vuelven una y otra vez. Hieren como su pronunciaron. Se quedan retumbando en la memoria. Las otras apenas ya saben a nada. Se diluyeron, las que alegraron, no alegran. No sirven. Las que dolieron siguen doliendo del mismo modo. Es y me resulta extraño el efecto pero las que debí haber olvidado, me siguen rondando. Las otras no vienen a paliar el desastre. Creo que por eso cada día me esfuerzo más por evitar que me hagan daño con la palabra. Con hacerlo yo misma. Es lo único que no se logra olvidar. Lo otro, pasa ligero y no alivia. Así de mal diseñada está la memoria.

sábado, 9 de abril de 2011

Frío

Últimamente, se da la casualidad de haber conocido la muerte en accidente de tráfico de un joven al que no conocía más que de oídas.

Aparte de la tragedia, y en este mundo internetiano, donde todo o casi todo puede saberse, conocía por casualidades diversas su página de facebook. Da frío, escalofrío, tropezar con ella por distintos motivos. Está suspendida en este universo virtual donde nos conocemos y nos hablamos como nunca imaginaron nuestros abuelos y parada en la fecha en la que sucedió la tragedia.

Nada se mueve, hay silencio, las caritas de los amigos están ahí también suspendidas y el silencio, será eterno. Dejamos ahí estos rastros, en twitter, facebook, blogs, correos electrónicos, supuestamente indelebles. Supongo que al paso de unos cuantos años, nuestros descendientes los verán cómo vemos nosotros los dibujitos de Altamira. Se hace extraña la idea: quedarse ahí suspendido, sin un hoy, sin nada qué decir, nadie que responda, con el silencio por delante hasta siempre. Y el dilema: podría eliminarse con más o menos dificultades. ¿Habría que hacerlo?

Me provoca frío encontrarlo cuando navego. Y dudo de qué querría que hicieran conmigo en el mismo caso.

domingo, 3 de abril de 2011

No te conozco

No te conozco de nada pero sé que hace unos días se te quebró la vida por mitad de tu espalda, lejos de casa, lejos de los tuyos. Decir que puedo saber por lo que estás pasando y pensando sería una arrogancia inaudita. No lo sé. Decir que de todo se sale sería otra: en realidad, creo que no se sale nunca de nada pero estamos aquí. En realidad, siempre he creído que se carga con cada cicatriz y con cada fardo que nos toca, sin remedio y hasta el final. Otra cosa será que aprendamos a caminar torcidos o con el gesto arrugado. Pero de nada se sale indemne y sin arrugas.

Tu cicatriz será grande, irremediable, de por vida. Una línea clara con un antes y un después. Cuando tus piernas se movían y cuando han dejado de hacerlo. No naciste así. Has conocido la libertad absoluta de ir con ellas hasta donde quisiste y la vida quiso llevarte. Decidir levantarte o no, girar o no a la izquierda o derecha, montar en bici, bajarte. En suma, con ellas has perdido también la libertad que mamaste ya en la cuna.

Y no sé qué decirte ni qué pensar. Desearte suerte, tal vez. Ya ni siquiera fortaleza. Suerte. Suerte a secas. La suerte de que vayas encontrando agarraderas en lo que queda de camino para olvidar que un día estuviste en el sitio equivocado, probablemente con la persona equivocada y en un tiempo que no te correspondía. Probablemente, suerte te deseo. Para olvidar el daño que te han hecho. Para inventarte una nueva libertad que venga a aliviarte las cicatrices del cuerpo.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Un regalo

Un regalo que hoy me hicieron y que me apetece compartir. Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida. Donde tengo el amor, toco la herida. Donde dejo la fe, me pongo en juego. Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida. Perdida la de ayer, la de hoy perdida, no me doy por vencido, y sigo, y juego lo que me queda: un resto de esperanza. Al siempre va. Mantengo mi postura. Si sale nunca, la esperanza es muerte. Si sale amor, la primavera avanza. Pero nunca o amor, mi fe segura: jamás o llanto, pero mi fe fuerte. Ángel González

lunes, 28 de marzo de 2011

20 euros

Hoy, a la salida de la estación de Atocha, le he dado veinte euros a un hombre que decía venir de África, que no hablaba español, que decía haber perdido un tren y tener que coger un autobús para Barcelona y que lloraba y temblaba. No llevaba encima más que una mochila pero el temblor y el llanto eran reales. Inevitablemente, por el escenario y la situación, no he podido dejar de recordar la famosa escena del timo de la estampita. Por un momento, miré a izquierda y a derecha, por si me estaban grabando o por si veía algo anómalo.

De pronto, he pensado que lo más normal era pensar que el tipo decía la verdad. Que si el tipo decía la verdad, era verdad que necesitaba veinte euros. Que si yo le tenía delante y era un tipo correcto y educado, no tenía por qué no creerle. Sin darle más vueltas, le he dado los veinte euros. Timo o no, el llanto y el temblor eran reales. Y por veinte euros, no me vengo a mi casa pensando que no lo hice. Si fue una estafa, eso lo pienso ahora, tampoco nadie me obligó a hacerlo. Ni fui obligada, ni fui presionada, ni nada en la situación me obligó a sacar los veinte euros.

Si no lo fue, el tipo estará llegando a estas horas a Barcelona y a lo mejor cuenta que alguien le ayudó. God bless you, me dijo al irse. En cualquier caso, hoy tengo veinte euros menos y, lo puedo asegurar, ningún remordimiento que ofrecerle a la noche.

Es lo que hay.

jueves, 24 de marzo de 2011

La de los lirios

Hoy es jueves lo que no deja de ser una buena noticia porque significa, inevitablemente, la proximidad del viernes. Cosa obvia pero que me gusta decir por aquí porque así recuerdo que las semanas tienen sus días y que, incluso, hay fines de semana que llegan. Otra obviedad, claro. Pero me lo escribo para terminar de creerlo. Que no es poco.

Escucho en este jueves que la portavoz del gobierno sirio dice que va a haber cambios. Si a la de Túnez se la llamó la revolución de los jazmines, bien podríamos llamar a este la oferta de los lirios, que pensará este jovencito que alguien le cree en su país y fuera de él. Lástima del pueblo sirio y lástima de todos sus males. Tres discursos, tres y espero que caiga también. De oca en oca y tiro porque me toca. En homenaje, claro, en homenaje al pueblo sirio va esta entrada.

lunes, 21 de marzo de 2011

Reencuentro

Hoy reencontré por la red de redes a una persona cuya última imagen para mí era la de una niña de no más de once o doce años. Impresiona el reencuentro, saber que la niña ya no existe, que es una madre de familia, que se acuerda de ti con pelos y señales y que sabe de trozos de tu infancia cosas que tú misma no recuerdas. Son casi treinta y dos años de vuelta al pasado por mi parte y provoca cierto vértigo. La cabeza recuerda ahora palabras, gestos, calles, risas, paisajes. Momentos de mucha seguridad. Todo lo que tenía que pasar, pasó después. Entonces no pasaba nada. Se vivía, se reía, todo era eterno, ibas y venías porque era así y ni de lejos se pensaba en una separación porque todo duraba para siempre y era hermoso en mis recuerdos infantiles.

Vértigo y felicidad. Trozos pequeños de hace demasiados años pero que pudieron haberse perdido. Me alegra el reencuentro.

sábado, 19 de marzo de 2011

Siempre

Siempre podré contar a mis hipotéticos nietos y potenciales amantes que estuve en Túnez a los treinta días de la caída de Ben Alí y en Egipto a otros tantos de la salida de Mubarak. Puede que para ese momento mis nietos no sepan ni quién era Ben Alí ni el sórdido Mubarak o que mis potenciales amantes estén poco interesados. Pero a mí me dará igual: cual abuela cebolleta o Mata Hari rediviva contaré estas cuestiones porque me llenan de orgullo. En un único sentido: el de poder haber sentido de cerca la valentía, la nobleza, la alegría, el temor, por qué no pero la esperanza en los ojos de tanta gente.
Así que quien avisa no es traidor. Ojo a mis hipotéticos hijos y nietos y a mis potenciales amantes. No os pongáis a tiro porque entro en una etapa de mi vida en que, amén de casi cuarentona, me convierto en el terror de las narraciones. Y con mucho gusto. No en vano lo que está sucediendo no es algo pequeño. Más bien todo lo contrario.
Prepárense, pues y huyan en cuanto puedan.

Una mañana normal

Lo que se dice una mañana normal: léase, levantarse en mi cama, desperezarme como una sultana, no escuchar despertadores ni teléfonos de hoteles llamándome para coger un taxi a ningún aeropuerto, una cafetera (mi cafetera), un café (el que yo he elegido y no el agua clara del buffet del hotel), en estado de semidesnudez (es lo que hay), el sol brilla, las nubes se levantan, los pajarillos cantan.
Y tiempo, tiempo sobre todo para no hacer nada. Para ducharme o no. Para vestirme o no. Para pensar o no. Para lo que me venga en gana.
La gloria, ¿no?

domingo, 13 de marzo de 2011

Un gran día

Hay días hermosos, muy hermosos. El de ayer fue uno de ellos. Por muchos motivos. Traigo foto aquí porque no puedo evitarlo, porque me gustó, me emocionó y quiero conservar el momento con la alegría que se vivió. Un gran día.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuesta abajo y a por los cuarenta

Os diría que traigo aquí mi foto para que me conozcais pero eso sería una solemne estupidez porque casi todas las personas que entran aquí me tienen a diario y en directo. O si no, me conocen el careto. Me traigo aquí a mí misma porque de pronto, he descubierto que voy casi cayéndome hacia los cuarenta, irremediablemente, paso a paso, sin prisa pero sin pausa pero me quedan meses, nueve, un embarazo, no más, para convertirme en eso que siempre se ha dado en llamar "una cuarentona". Y la cosa no es floja, no. Porque voy a decir el topicazo aquél de que yo no me creo que vaya a por la cuarta década de mi vida, pero también sería una solemne estupidez.
Como fuere, aquí estoy. Para quienes me conocen, para que se refresquen la memoria. Para quienes no me ponen cara, que me la conozcan antes de que cumpla los sesenta (que será mucho peor). Y cuando me veo ahí, francamente, me acuerdo de la jubilación. Y pienso que veinte años no es nada, o treinta y que febril la mirada. También pienso, qué cosas, que es extraño cómo se llega a ser lo que se es, que no se es nada y qué malos caminos me llevaron hasta este día, hasta esta foto y hasta este blog. Y quiénes estuvieron y no estuvieron para que ahora me vea yo esta guisa. Y que la vida venga a encontrarme esta tarde con estos pelos.


domingo, 6 de marzo de 2011

La Pantera Rosa: una aficionada a mi lado

Un cajero se me tragó la tarjeta de crédito hace una semana, supuestamente, porque estaba caducada. La realidad es que me quieren encasquetar otra por la que tengo que pagar una comisión. Tampoco me funcionaba la cartilla porque la banda magnética está desprogramada por tanto paso por arcos de metales en aeropuertos. Una rotura de una tubería en mi edificio, inunda las cocheras y me deja el coche en el taller. Consecuentemente, llevo todo el fin de semana sin agua y sin ascensor (curiosamente, sí con calefacción). El teléfono móvil me deja de funcionar en este tiempo y lo cambio por otro (infinitamente más rústico pero que me sirver para lo que quiero de un teléfono: hablar por teléfono). A un tiempo, el coche que siempre me ha sido fiel, se quedaba sin batería. Por falta de tiempo, no he logrado lavar la ropa de las últimas dos semanas (y me he pegado el lujo de gastarme 200 euracos en ropa nueva, mira por dónde). Y todo esto que os cuento, ha sucedido en las últimas cuarenta y ocho horas.

La Pantera Rosa a mi lado es una aficionada.

viernes, 4 de marzo de 2011

Días de embriaguez

Hace unos años, dediqué un tiempo de mi vida a traducir una obrita de teatro de un dramaturgo sirio ya fallecido (Saadlla Wannus) que durmió para siempre en un cajón de mi casa por diversas razones que no vienen al caso. El caso es que el título lo traduje así, Días de embriaguez y ayer lo recordaba volviendo de mi viaje porque pensé que se me pintaba muy bien para lo que vivo estos días. No por nada sino porque la vorágine de las cosas que me rodean, de las tareas y de las personales, me llevan medio mareada, como en una especie de borrachera continua y agradecida. Ese momento de la pequeña euforia que a casi todos nos agrada porque nos hace valientes, vivarachos, lenguaraces y con un punto alocados. Pero que nos devuelve rápido a la realidad, donde las cosas son más serias, más plomizas e infinitamente más aburridas.
Así estoy, yendo y viniendo. No obstante, feliz. Mucho. Inquieta. Otro tanto.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Como en España o Ejpaña

A las cinco de la madrugada de hoy se encontraba una en el aeropuerto internacional de Ammán, Reina Alia, en Jordania. Las Reinas, como sabemos, son esas señoras que caminan al lado de los Reyes, que visten elegantemente a costa del pueblo que les paga la cuestión, que no deben de hablar cuando no les toca porque no tienen nada que decir, que patrocinan sus organizaciones, fundaciones, con mucho enfermo, lisiados muy lisiados, niños dejados de la mano de los dioses y así. A veces algunas que aspiran a Reinas no llegan a serlo porque se matan en accidentes de tráfico, lo ponen todo perdido y ya pierden glamour pero pasan a la Historia por la puerta grande por ser princesas tristes y desgraciadas. Y cornudas. Todo en uno.
Andaba yo a esas horas en el supramentado aeropuerto no porque me guste pasear a esas horas por tierras de nadie sino porque era la única manera de volver aquí, donde también hay una Reina y una Princesa, muy estilosa, según dicen y que ahora repite modelito porque estamos en crisis. Cuando de pronto, leyendo prensa, la nuestra, se encuentra de pronto con una dama republicana, la de Siria, también muy estilosa y muy acorde con el gusto monárquico (que diríase reinona de Oriente), muy a lo Rania y a lo Letizia. Salvando que con la que está cayendo me importan todas un bledo, como me importan un bledo sus peluqueras y estilistas, se preguntaba una a las cinco de la madrugada el bonito papel que aún hoy en día tenemos que jugar las señoras. Viendo una a estas señoras, que son unas señoronas muy monas y viendo a los gazaparrullos que tienen por esposos (incluída la difunta), me preguntaba que qué mal hemos cometido contra vosotros naciendo, aparte del delito de haber nacido.
No contenta con esa reflexión tan profunda (os recuerdo que eran las cinco de la madrugada), me siento al lado de unos que intuía coreanos pero han resultado ser compatriotas. Se ve que a esa hora no veo bien y que la miopía hace de las suyas. Dos parejas entraditas en años y carnes. Y ahí sí, he querido morir. Me he tragado la narración de todos los cruceros que habían hecho a lo largo de los últimos años (he calculado que con ese dinero podía yo haberme comprado tres parcelas para prevaricar después con algún ayuntamiento) y la lista era espeluznante. Todo ello, tanto dineral invertido para llegar a la conclusión que yo me temía. En el momento álgido de la conversación, una de las señoras viajadas dice: Ahora bien, como en España, ni hablar...
Acabáramos.
Esto de viajar, amigos, es muy duro. No os lo podéis ni imaginar.

domingo, 27 de febrero de 2011

Señoritinga

Hoy, además de algunas lecturas, me entretuve visitando esta exposición de coches antiguos en el pabellón de Cristal de la Casa de Campo. Me los hubiera comprado todos. De haber podido. Pero sólo me da la cosa y la nómina para pagar la entrada al recinto y soñar que voy montada en uno de estos, con mi traje de época, mis refajos y mis cosas. Un poco señoritinga me hubiera gustado ser para montarme ahí y saludar con la manita a lo Letizia. Lo reconozco.

sábado, 26 de febrero de 2011

¡Indignaos!

Acabo de terminar un librito pequeño y barato (cinco euros) con ese título, de Stéphan Hessel. Se define como un alegato contra la indiferencia y a favor la insurreción pacífica. Y dice, desde sus 93 años, cosas que nos desea a todos, a cada uno de nosotros, que tengamos nuestro motivo de indignación. No me parece mal consejo. Lo anoto.
Este librito pequeño y barato debería regalarse en cada bar de España, en cada restaurante, en cada esquina, en cada puerto italiano al pie de un montaña. Debería ser así. Me temo que en este año lo voy a regalar bastante. Con 100 euros me da para veinte libritos. Veinte potenciales indignados. Si esos veinte, regalaran otros veinte...y así hasta el infinito.

viernes, 25 de febrero de 2011

Costureros de la democracia

Hace unos días tenía, como sabéis, el privilegio de encontrarme en el escenario tunecino hablando a diestro y siniestro y tomando notitas con un bolígrafo Bic, perfectamente descapullado, como requería la ocasión. El caso es que recuerdo todo al dedillo (incluso cómo se me salió la tinta en un bolsillo por el ajetreo y el maltrato que le di al pobre Bic) pero recuerdo especialmente al portavoz de la comisión de reforma política en Túnez, un jovenzuelo avezado y bien parecido, culto a lo que dejaba entrever, pequeño de tamaño pero grande en ideas que fuez capaz de resumir en treinta minutos de gloria en qué consistía su tarea. Recuerdo sobre todo una expresión que dijo: Somos los costureros de la democracia. Y la sonrisa amplia que le iluminaba la cara al terminar la frase.
Son días de mucha actividad neuronal. La cabeza lleva muchas cuestiones dentro y temo olvidarlas si no apunto hasta las corcheas de lo que oigo. Como si no fuera a entender nada después por haberme saltado un punto. Copio los silencios, las sonrisas, las negaciones, las afirmaciones y cuando recompongo lo que escucho aún me siguen quedando dudas infinitas.
Pero lo de los costureros no se me va de la cabeza. A mí, que no sé si poner un botón en su sitio, lo de coser una democracia me parece una tarea de héroes. Los tunecinos lo son, creo. Lo son los egipcios, los libios masacrados que merecen cada uno de ellos una estatua propia ganada a pulso, los bahreiníes, los yemeníes; los demás que aún no se mueven.
En Túnez, ya están cosiendo. Esperemos que a no mucho tardar todas las piezas estén ensambladas y el resto del tapete árabe esté bien cosido, sin más sietes en su superficie ni más agujeros negros.

domingo, 20 de febrero de 2011

De dominguera

Hoy me confieso de dominguera absoluta en el peor sentido del término. Y me apetece. Es un fin de semana normal con todas sus horas, su reposo, cena con las amistades, lectura, sol a ratos, nubes por momentos y mucha información. Cuesta seguir al momento todo lo que va sucediendo desde Marruecos hasta Bahrein. Casi más cuesta creer que esté sucediendo de verdad después de tantas décadas de silencio y de miedo de la gente a echarse a la calle y decir qué quiere y cómo lo quieren. Es de la única realidad de la que no consigo desconectarme ni en sueños. Creo que esta noche he visto calles que he conocido y personas que estuvieron en mi vida en algún momento. No creo que la revolución árabe haya pivotado en la tecnología. Ni mucho menos. Sólo creo que hay personas muy hartas, muy cansadas, muy humilladas que han querido hacer esto. Lo otro, forma parte del atrezzo. Pero ni Facebook, ni Twitter, ni nada de esto, mueven nada que no queramos mover nosotros. He leído de todo en estos días pero creo que lo más acertado que he podido leer son aquellos artículos, opiniones, que hablan del caldo de cultivo anterior, de manifestaciones, huelgas, malestar, de todo lo que venía pasando. Eso sí lo creo. Y lo demás como herramienta para propagar el malestar. No más, no menos.
Me parece un tiempo interesante, con muchas incertidumbres, pero un tiempo de cierta dignidad. De muchísima, si me apuráis.
Queda arrimar el hombro, sí. Quienes están moviendo el motor de la revolución, están en ello. Quienes sólo podemos observadores porque no es nuestra batalla, también nos queda trabajo. Mucho. Sobre todo, el de no volver a caer en la apatía, en el todo vale, en el de las cosas son así, en no caer de nuevo en que nada puede cambiarse y en el colaborar a construir un espacio mediterráneo verdadero. Hecho y derecho. Un espacio de referencia, de libertades, de calma, de diálogo. No está todo hecho. Tampoco de nuestra parte. Ni mucho menos.

jueves, 17 de febrero de 2011

Soy libre

Soy libre...eres libre. Somos libres...esto es lo que me llega desde una conversación en la Avenida Bourguiba desde la ventana de mi hotel. Son tres hombres que hablan en tono alto. Soy libre...eres libre. Somos libres...no paran de repetirlo. Una de la madrugada y el toque de queda, esperemos, haya pasado a la historia.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Esa chispa

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto como hoy con un país lleno de incertidumbres pero vivo de arriba a abajo. Gente en la calle charlando animadamente, gente manifestándose por su dignidad y la de su pueblo, gente que habla en voz alta, que no esconde nada o esconde lo que le viene en gana, gente que ríe más que antes, que gesticula a la mediterránea como siempre pero con más viveza y con una chispa diferente en los ojos. Sí hay cambios. Claro que los hay. Pero más allá de la pasión y si alguien por aquí me leyere aparte de leerme yo misma cuando quiero hacerlo, sería bueno que no nos olvidáramos pronto de ellos. No se lo merecen. Esa chispa esta viva, es real, de carne y hueso y capaz de mover montañas. Acompañarla con todo el respeto, la admiración y el cariño que se merece, creo, puede ser nuestra única tarea. El resto, posiblemente, farfolla sonora.

martes, 15 de febrero de 2011

Silencio en la noche

Silencio en la noche, ya todo está en calma...toque de queda en Túnez. Es lo que veo desde la habitación del hotel. La Avenida Bourguiba y el teatro nacional. Mañana será otro día y veré levantarse a estas gentes que están construyendo de nuevo lo suyo. Será un placer encontrarme con ellos, más libres y más fuertes.

lunes, 14 de febrero de 2011

Túnez

Mañana viajo a Túnez sobre las dos de la tarde. Entre mi último viaje a Túnez y este otro han pasado algunos meses y una revolución. Ya no es, para su fortuna, el país que pisé hace unos meses. Ya no está Ben Alí (a buen recaudo en Arabia Saudí que va a tener que ir ampliando palacios para albergar a estos personajes) y espero que hayan desaparecido sus fotos de las calles. Visito otro Túnez. Voy con muchas ganas. Más que nunca, sin duda.

sábado, 12 de febrero de 2011

Uno menos

Después de una larga e intensa semana senegalesa, una vuelve a la madre patria con un dictador menos en el escenario. Quedan muchos aún (y Bono visitando a Obiang, que se me abren las carnes de pensarlo). Admirable lo de las gentes en Tahrir, emocionante hasta la lágrima, digno de recordarse por mucho tiempo. Todo está por hacer allí, en Túnez también pero han abierto un nuevo camino. Nos cabe desearles lo mejor y recordarle a los nuestros lo hipócritas que han sido en todos estos procesos, la mala gestión de lo que hemos hecho con los vecinos y, al menos, conseguir un acto de contricción y un propósito de la enmienda. Esperemos que así sea. Amén.

domingo, 30 de enero de 2011

2011

2011 es ya un niño rebelde y contestón. Recién nacido pero que viene con las pilas puestas y a por todas. En tan solo treinta días, puede estar cambiando un mapa definitivamente y tiene una la sensación que, de alguna manera, también cambia un mapa mucho más cercano. Pasan cosas, en el mundo pasan cosas. 2011 se ha venido cargadito de sorpresas.

viernes, 28 de enero de 2011

Allí

La palabra mágica es allí: allí están pasando cosas, allí me gustaría estar, allí se está moviendo, allí. Mientra que aquí, me empieza a parecer todo pesado, lento, mortecino, lejano, sin sangre en las venas. Que la energía venga de allí y la paralización venga de aquí, me desconcierta. Allí, supongo que es allí donde está ahora mi inquietud.

Guatemala casi cielo

Hoy compré dos paquetitos de Guatemala casi cielo. Estas cosas que hago, de vez en cuando, me hacen entrar en éxtasis. Aún no lo he probado pero probar un café que se llama así, comprarlo nada más, ya me provoca placer. Será simple el mecanismo pero el nombre ya me huele.
Después me disparé y compré dos tazas supongo que sabiendo lo que hacía. Porque si vinieres, y ya ni yo te espero, quizá se prenderían mis cortezas. Te pude soñar tanto...
Pues eso.

jueves, 27 de enero de 2011

Cuesta dormir

Frío metido en el cuerpo y caliente el alma. Los últimos acontecimientos en Túnez y Egipto animan la esperanza. Hay vida más allá de aquellos miedos. Vergüenza de escuchar lo de este lado. Miserables, muy miserables. Vergüenza de pensar que se nos llena boca de derechos y zarandajas diversas hasta que aquellos se juntan y gritan lo suyo. Y ya no sabemos bien dónde meternos, no vaya a ser que nos pregunten y tengamos que quitarnos la careta.
La madrugada se me va entrando en el pellejo pero no paro de imaginarme los escenarios, las inquietudes, las valentías, las caras, los lugares que hemos conocido. Cuesta incluso dormir pensando que la vigilia puede servir de algo. Por mucho que no sea así.
Cuesta incluso dormir pensando que aquí estamos casi todos dormidos.

lunes, 24 de enero de 2011

Los jazmines

Como se puede imaginar, me paso los días leyendo las cosas tunecinas de lo que ha dado en llamarse la revolución de los jazmines. Mi primera vez en Túnez fue en el año 93. Después vino el año 94. Dos veranos consecutivos. Una era joven pero cauta y recuerda aquellos veranos con un subidón de adrenalina, un calor insoportable y una sensación de que eran cortos. Muy cortos. Residencias universitarias infames, cursos en el Instituto Bourguiba de Lenguas Vivas de Túnez, conciertos en Cartago, viajes interminables a Tozeur, Hammamet, Kairaouán. Calor, mucho calor. Tardecitas de narguile en Sidi Bou Said. Pero lo que no imaginó una nunca, ni tan solo hace dos meses, era aquello de que los jazmines tunecinos iban a reventar de un momento a otro por mucho que siempre, íntimamente, lo pudiera haber deseado (en el mejor sentido en que se puede desear algo así).
Y ahora, con un pie atrás y otro delante, con todo por hacer y aún todo por ver, sólo hay una imagen que no logro quitarme de la cabeza: la del inmolado entubado en el hospital con el infame Ben Alí delante, rindiéndole visita. Que piensa una que ni en la agonía le pudieron respetar las ganas de no ver al tipo por poco que no viera. Que probablemente ni le dejaran margen para elegir si quería tenerle delante. Así son las cosas, las ironías. Piensa una también que la muerte le llegó sin llegar a conocer la salida de Túnez del infame Ben Alí y se me mete la nostalgia de los jazmines hasta en los higadillos.
Como sea, larga vida a los tunecinos, suerte en el empeño y admiración por su valentía. En estos tiempos del todo vale, del nada se mueve y de mirar para otro lado, conmueve. Al menos a mí me conmueve que haya vida más allá de los jazmines. Cosa que era bien sabida pero que se empeñaba en ocultar.
Volveremos a Túnez. Y quiero pensar que cuando así sea, pasear por sus calles sea distinto, las gentes cuenten qué vivieron y podamos decir que todo mereció la pena.

1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA

Eso que veis es la fórmula que se ha inventado un tipo-profesor que viene a identificar mañana como el peor día del año. O sea, que no vamos mal. Tendremos mañana el ánimo hecho unos zorros por unas sumitas y restitas que el tipo-profesor se acaba de sacar de la manga pero igual con un poco de suerte, se le revientan a él las almorranas (con perdón) y deja ya de inventarse fórmulas que joden porque a mí, no sé a vosotros, nada más leerla ya me ha puesto de mala leche pensando en que este tío cobrará un sueldo y ha perdido media tardecita haciendo el gorgorito este y la otra media, chateando con alguna amante, igualmente ilustrada.
Y todo esto para venir a decirnos lo que sabemos: que seguiremos gordos como vacas, que no dejamos de fumar ni con tres cajas de chicles metidas en vena, que no tenemos un duro y que somos unos perfectos capullos integrales por todo ello. Lo peor de todo es que para esto no necesitamos catedráticos. La bruja Lola me lo explica a mí sin tanta fórmula.
Qué sindios, hijos míos...

sábado, 22 de enero de 2011

Veinte años no es nada

Hace casi veinte años que una buena amiga (ella los reconocerá), me trajo este par de pendientes de plata de Marruecos. Han ido y vuelto conmigo desde siempre a todas partes. Milagrosamente nunca se me han perdido porque mi especialidad es quedarme siempre con uno de los dos pendientes y siempre con las parejas a medias. Con estos, ha sucedido mil veces. He perdido uno y ha vuelto a aparecer. Así desde hace veinte años. La última vez, esta semana. Nada menos que en Madrid. Y sí, el milagro ha vuelto a suceder. En pleno Madrid, como por arte de magia, una señora llamada Concha, un ángel, me lo devolvió. Por increíble que parezca. Empiezo a pensar que tienen magia, están embrujados y que se merecían un homenaje. Alguien dijo que los objetos nos hablan, ¿no?. Pues eso.

He vuelto

De pronto, recuerdo que hay aquí un rincón al que di vida y que he dejado abandonado un tiempo. Miro la fecha de la última entrada y creo que lo entiendo todo. De entonces para acá, han pasado unas cuantas cosas y casi se me había olvidado lo reposado que puede ser entrar por aquí, lo agitado de otros canales y la serenidad que casi da pensar que esto, incluso, pudiera no leerlo nadie.
Corren tiempos malos. La gente anda agitada y piensa una que la agitación no es baladí (mira que terminar yo con esto de lo baladí). Sí, giro, vedo gente, mi muovo, conosco, faccio cose...y veo agitación a mi alrededor. Desesperación, de alguna manera.
He vuelto.