EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 29 de mayo de 2011

Siempre pido una hora más de cordura que de vida

Esa frase está sacada de La memoria de las hormigas, de Iolanda Batallé, que es el libro que me ocupa en estos días. Y viene a resumir muy bien lo que pienso en mí y en quienes quiero cuando pienso en mi vida y en mi muerte. Pienso siempre que hay cosas que se podrían hacer insoportables (la lista de males puede ser infinita) pero si hay una idea que se me hace insoportable es justamente ésa: perder la memoria, la conciencia de mí misma, la cordura. Pedir una hora más de cordura que de vida es a lo único que aspiro. Y lo único que deseo a quienes quiero. Llegar hasta el final con la plena conciencia de sí mismo, con capacidad de decidir lo que se quiere o lo que no se quiere y sabiendo quién es quién.

Así se fue mi padre: escribiendo hasta el final, razonando hasta el final como un reloj. Y cuando ya dormía, incluso en el sueño que interrumpió para despedirse, sabía quién era. Quiénes éramos, quiénes habíamos sido y lo mucho que la vida nos había regalado.

Así quiero irme yo. Un día, de golpe y sabiendo quien fui. Una hora más de cordura que de vida.

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