EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


lunes, 24 de enero de 2011

Los jazmines

Como se puede imaginar, me paso los días leyendo las cosas tunecinas de lo que ha dado en llamarse la revolución de los jazmines. Mi primera vez en Túnez fue en el año 93. Después vino el año 94. Dos veranos consecutivos. Una era joven pero cauta y recuerda aquellos veranos con un subidón de adrenalina, un calor insoportable y una sensación de que eran cortos. Muy cortos. Residencias universitarias infames, cursos en el Instituto Bourguiba de Lenguas Vivas de Túnez, conciertos en Cartago, viajes interminables a Tozeur, Hammamet, Kairaouán. Calor, mucho calor. Tardecitas de narguile en Sidi Bou Said. Pero lo que no imaginó una nunca, ni tan solo hace dos meses, era aquello de que los jazmines tunecinos iban a reventar de un momento a otro por mucho que siempre, íntimamente, lo pudiera haber deseado (en el mejor sentido en que se puede desear algo así).
Y ahora, con un pie atrás y otro delante, con todo por hacer y aún todo por ver, sólo hay una imagen que no logro quitarme de la cabeza: la del inmolado entubado en el hospital con el infame Ben Alí delante, rindiéndole visita. Que piensa una que ni en la agonía le pudieron respetar las ganas de no ver al tipo por poco que no viera. Que probablemente ni le dejaran margen para elegir si quería tenerle delante. Así son las cosas, las ironías. Piensa una también que la muerte le llegó sin llegar a conocer la salida de Túnez del infame Ben Alí y se me mete la nostalgia de los jazmines hasta en los higadillos.
Como sea, larga vida a los tunecinos, suerte en el empeño y admiración por su valentía. En estos tiempos del todo vale, del nada se mueve y de mirar para otro lado, conmueve. Al menos a mí me conmueve que haya vida más allá de los jazmines. Cosa que era bien sabida pero que se empeñaba en ocultar.
Volveremos a Túnez. Y quiero pensar que cuando así sea, pasear por sus calles sea distinto, las gentes cuenten qué vivieron y podamos decir que todo mereció la pena.

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