EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


sábado, 19 de marzo de 2011

Siempre

Siempre podré contar a mis hipotéticos nietos y potenciales amantes que estuve en Túnez a los treinta días de la caída de Ben Alí y en Egipto a otros tantos de la salida de Mubarak. Puede que para ese momento mis nietos no sepan ni quién era Ben Alí ni el sórdido Mubarak o que mis potenciales amantes estén poco interesados. Pero a mí me dará igual: cual abuela cebolleta o Mata Hari rediviva contaré estas cuestiones porque me llenan de orgullo. En un único sentido: el de poder haber sentido de cerca la valentía, la nobleza, la alegría, el temor, por qué no pero la esperanza en los ojos de tanta gente.
Así que quien avisa no es traidor. Ojo a mis hipotéticos hijos y nietos y a mis potenciales amantes. No os pongáis a tiro porque entro en una etapa de mi vida en que, amén de casi cuarentona, me convierto en el terror de las narraciones. Y con mucho gusto. No en vano lo que está sucediendo no es algo pequeño. Más bien todo lo contrario.
Prepárense, pues y huyan en cuanto puedan.

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