
Lo que se dice una mañana normal: léase, levantarse en mi cama, desperezarme como una sultana, no escuchar despertadores ni teléfonos de hoteles llamándome para coger un taxi a ningún aeropuerto, una cafetera (mi cafetera), un café (el que yo he elegido y no el agua clara del buffet del hotel), en estado de semidesnudez (es lo que hay), el sol brilla, las nubes se levantan, los pajarillos cantan.
Y tiempo, tiempo sobre todo para no hacer nada. Para ducharme o no. Para vestirme o no. Para pensar o no. Para lo que me venga en gana.
La gloria, ¿no?
2 comentarios:
Suena fenomenal!
Efectivamente, suena fenomenal y lo es.
Publicar un comentario