EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 24 de abril de 2011

A veces...

A veces me pregunto por qué el televisor es un aparato que siempre me ha sobrado (de hecho, no lo tengo en casa) y, sin embargo, el ordenador es un aparato del que no puedo prescindir y con el que hago, podría decirse, una gran parte de mi trabajo y gran parte de las comunicaciones personales. Pero no sólo eso. Podría pasar horas muertas buscando cosas por Internet, leyendo historias, yendo, viniendo. Sin embargo, la televisión me aturde, me aburre, me hace sentirme idiota y sobre todo, me indigna su presencia omnipresente en restaurantes, bares, casas privadas. La escuchas, quieras o no quieras hacerlo. Y si pides que se baje el volumen o que se apague, se te mira como si estuvieras pidiendo algo inaudito. No digo nada si declaras no tener televisor en casa (como si fueras snob de nueva hornada cuando la realidad es que ya la odiabas desde el vientre de tu madre). Venía hoy pensando que si hay dos aparatos imprescindibles en mi vida son, sin duda, el ordenador y el coche. Me fastidiría enormemente prescindir de alguno de ellos. Prescindiría de televisor y microondas (de hecho, no los tengo en casa), del teléfono móvil (con todo el gusto del mundo), pero me costaría no tener el coche cerca y el ordenador. Y pensando en esto, mientras conducía, he llegado a la conclusión de que hay aparatos que me provocan sensación de sumisión y otros de libertad. Creo que ahí está la clave.

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