Cómo atraviesan las palabras. Sin querer, andaba haciendo recordatorio esta noche de las palabras que más me han dolido. Hacía el ejercicio también de recuperar las que más me han alegrado. Es curioso, ni de lejos, recuerdo la textura de las últimas como la de las primeras. De las primeras, creo, se queda todo. El momento, la persona, la cadencia, la mirada, el impacto. Se repiten como mantras a lo largo de los años. Vuelven una y otra vez. Hieren como su pronunciaron. Se quedan retumbando en la memoria. Las otras apenas ya saben a nada. Se diluyeron, las que alegraron, no alegran. No sirven. Las que dolieron siguen doliendo del mismo modo. Es y me resulta extraño el efecto pero las que debí haber olvidado, me siguen rondando. Las otras no vienen a paliar el desastre. Creo que por eso cada día me esfuerzo más por evitar que me hagan daño con la palabra. Con hacerlo yo misma. Es lo único que no se logra olvidar. Lo otro, pasa ligero y no alivia. Así de mal diseñada está la memoria.
3 comentarios:
Por increible qu eme parezca no estoy de acurdo contigo. Los afortunados que tenemos memoria de pez nos aferramos a no peder las buenas palabras y las que recuerdo malas... cada vez duelen menos.
Debe ser que no me caben tantas intensidades en mi corta memoria.
Es largo pero lo hablamos.
A mi, al cabo del tiempo, las palabras no me duelen tanto, de hecho se me borran. Eso sí recuerdo el dolor, la intensidad y sobre todo los "fríos" que me acompañan en esos acontecimientos, hasta los sonidos de fondo. Pero las palabras no... me habré hecho mayor?
Supongo que es una cuestión de orden cerebral. El mío es bastante obsesivo con la palabra. Retengo hasta la cadencia, el tono, el final y las estridencias. No se me borra ni una y las malas, las retengo hasta el infinito porque las disecciono por si acaso hubiera en ellas un mensaje cifrado y bondadoso que se me escapó. Una puta locura, vamos a decirlo así. Así que bendita tú entre todas las mujeres.
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