EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 3 de abril de 2011

No te conozco

No te conozco de nada pero sé que hace unos días se te quebró la vida por mitad de tu espalda, lejos de casa, lejos de los tuyos. Decir que puedo saber por lo que estás pasando y pensando sería una arrogancia inaudita. No lo sé. Decir que de todo se sale sería otra: en realidad, creo que no se sale nunca de nada pero estamos aquí. En realidad, siempre he creído que se carga con cada cicatriz y con cada fardo que nos toca, sin remedio y hasta el final. Otra cosa será que aprendamos a caminar torcidos o con el gesto arrugado. Pero de nada se sale indemne y sin arrugas.

Tu cicatriz será grande, irremediable, de por vida. Una línea clara con un antes y un después. Cuando tus piernas se movían y cuando han dejado de hacerlo. No naciste así. Has conocido la libertad absoluta de ir con ellas hasta donde quisiste y la vida quiso llevarte. Decidir levantarte o no, girar o no a la izquierda o derecha, montar en bici, bajarte. En suma, con ellas has perdido también la libertad que mamaste ya en la cuna.

Y no sé qué decirte ni qué pensar. Desearte suerte, tal vez. Ya ni siquiera fortaleza. Suerte. Suerte a secas. La suerte de que vayas encontrando agarraderas en lo que queda de camino para olvidar que un día estuviste en el sitio equivocado, probablemente con la persona equivocada y en un tiempo que no te correspondía. Probablemente, suerte te deseo. Para olvidar el daño que te han hecho. Para inventarte una nueva libertad que venga a aliviarte las cicatrices del cuerpo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HERMOSA CARTA LLENA DE HUMANIDAD