
Hace casi veinte años que una buena amiga (ella los reconocerá), me trajo este par de pendientes de plata de Marruecos. Han ido y vuelto conmigo desde siempre a todas partes. Milagrosamente nunca se me han perdido porque mi especialidad es quedarme siempre con uno de los dos pendientes y siempre con las parejas a medias. Con estos, ha sucedido mil veces. He perdido uno y ha vuelto a aparecer. Así desde hace veinte años. La última vez, esta semana. Nada menos que en Madrid. Y sí, el milagro ha vuelto a suceder. En pleno Madrid, como por arte de magia, una señora llamada Concha, un ángel, me lo devolvió. Por increíble que parezca. Empiezo a pensar que tienen magia, están embrujados y que se merecían un homenaje. Alguien dijo que los objetos nos hablan, ¿no?. Pues eso.
6 comentarios:
Habría estado bien poner un euro al lado para apreciar la escala, porque así, viendo la foto, parecen armas de matar… ;o)
Bien pudieran serlo. No descartemos nada. Si le sirve de algo, le diré que están encima de un post-it, esos normalitos, amarillos, de los que utilizamos para pegar en la nevera con aquello de "comprar brócoli", cuando sabes de sobra que no lo harás nunca.
Nos alegra mucho verte de nuevo por aquí, un beso de parte de la familia del pueblo.
Lo que hace falta es que nos veamos pronto en directo, que no faltan ganas.
Besos a todos.
A mi se me perdió, de niña, una cadenita de plata muy bonita, y al tiempo la encontré... prendida del cuello de mi prima. Qué cosas.
Me inspiras, querida Elena, para una entrada que podría trata de primas chorizas, cuñadas cascantas, cuñados beodos y así. Ya me lo pienso, ya.
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