EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 27 de abril de 2008

La muy Noble, muy Leal y Fidelísima Villa de Requena



Aquí sí comenzó la cosa de verdad. Mi partida de bautismo (que contiene graves errores sobre la identidad de mi madrina y de la de mi padrino) se encuentra en esa iglesia, del Salvador, en la Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima Villa de Requena, en Valencia.
Nací en la misma capital pero se me trasladó con apenas horas de vida a esta Villa. Y ahí me quedé, desde la fecha de mi nacimiento, dos de diciembre de 1971 hasta la primavera del 72. Ahí viví, limitada por el río Cabriel y por el río Reatillo, afluente del Turia. Limitada, también, por las lógicas limitaciones de la edad que me impedían viajar en solitario a Nueva York en aquel momento.
En 1239, pasa a la cristiandad por el buen hacer del Obispo de Cuenca (nos remitimos aquí a la entrada de "The Valley of..."), D.Gonzalo Ibáñez de Gudiel. Fue Felipe V, quien la haría Noble, Leal y Fidelísima Villa y en su momento, la antigua patrona era la Virgen de la Soterraña. Imagino que dejó de serlo porque llamarse María de la Soterraña, Soterraña a secas o Soterraña María de las Mercedes, no tiene gracia ninguna. La cambiaron en el siglo dieciocho por la Virgen de los Dolores, a quien tampoco guardo excesiva simpatía pero, al menos, tiene una salida noble con el recurso de llamarse "Lola", "La Lola", o "Mariloli". Comparando, no es lo menos grave.

Hasta que no llegó Isabel II, mi Fidelísima Villa de Requena seguía siendo administrativamente, provincia de Cuenca. La cosa pasó a ser valenciana en 1851 y de ahí me vino a mí ya el lío. Todo en mi vida pudo haber sido coherente de haber nacido en un lugar, haberme cristianado en el mismo territorio y haberme escolarizado en la capital. Pues no. Por mor de los acontecimientos históricos, resulta que mi DNI me hace valenciana, mi bautismo me hace requenense (espero que no sea requenita o así) y mi libreta de escolaridad, me hace conquense. Pero ya está asumido el trauma. Eso sí, hasta 1957, la diócesis de Cuenca seguía extendiendo sus tentáculos hasta la iglesia donde se guarda mi partida de bautismo. Después, lograron zafarse del tiranosaurio de la Catedral conquense.

Comprenderán ustedes, que no guardo ni un solo recuerdo de la Fidelísima Villa. Sólo he estado allí en dos ocasiones más y doy fe de sus vinos y de sus embutidos. De allí, pasé a reintegrarme a la diócesis conquense, como ya se contó. Mi siguiente sacramento, posterior al bautismo, fue ya cosa de la provincia colindante. Y una, en su inocencia, desconocía aún lo que habría de venir.

P.D: Gracias a esta iglesia de Requena y al cura que tuvo a bien apuntarme en su libro, pude recuperar mi existencia y demostrar que estaba viva. El Registro Civil me apuntó en otra hoja, con otros niños que no eran mis contemporáneos. Cuando acudí a sacar mi partida de nacimiento, me negaban la existencia y hasta el agua de beber. Mis progenitores recordaron mi bautismo y, oh, milagro, la Iglesia Católica demostró que había bautizado allí a un hermoso bebé con mi nombre y apellidos y que decía ser hija de los mismos padres que yo declaraba como míos. Y pensar que le debo mi DNI al cura del pueblo. Hay cosas que casi nunca cambian pero eso sí, demostraron más eficacia a la hora de registrar inocentes a sus filas. Y yo queriendo apostatar..

12 comentarios:

Paul Spleen dijo...

Pues nobleza obliga, Alejandra. Me alegro de que al final quedara claro que, efectivamente, naciste. Por tus libertades y algarabías, te has ganado un puesto en mi barra lateral. :-)

wa-šukran ŷazīlan, yā şadīqatī!
وشكرا جزيلا يا صديقتي

Alejandra dijo...

El caso es que yo tenía bastante claro que había nacido. Pero, estimado amigo, cuando un funcionario se empeña en que no hay nada que hacer y que no vuelva usted mañana porque no existe, no hay nada que hacer. El aguerrido funcionario estuvo a punto de convencerme de que no existía realmente. Si me descuido, dejo de respirar para darle más veracidad al asunto. Ahí estuvieron listos mi progenitores. Que me dieron por segunda vez la vida.

Anónimo dijo...

El caso es que uno sea de donde le dé la gana. Tú, Ale, eres como Clarín, quien decía de sí mismo que "le nacieron" en Zamora, pese a que hacía gala de asturianía. No sé de dónde te gustaría haber sido, o dónde te gustaría haber nacido, pero, mira, tanta caótica universalidad burocrática no hace sino confirmar la tesis de que la globalización es un concepto que se ha ido acuñando y consolidando con el tiempo. No es un invento de cuatro amigos...Fernando de Don Pelayo.

Alejandra dijo...

Mi querido Fernando de Don Pelayo y Quinto de Lavapiés:
Yo estoy cómoda por dónde voy pasando. Más cómoda en algún sitio y un poco menos en otro. Pero lo de nacer, fue cosa de mi madre. Quien, a la sazón, tampoco pudo elegir la cosa. La mujer se puso de lo suyo en tierra valenciana, se puso de camino a la capital con una nevada de tres pares de narices y me soltó entre dolores, como ya predijo el Altísimo, en esa ciudad. Puestos a elegir, me quedo con lo me tocó. No cambio ni una coma. De haber nacido en Malagón y haber muerto en Malagón, ya me dirás con qué rellenamos el blog.

Anónimo dijo...

NO te veo a ti, Ale, encasillada en un solo escaque o encerrada con un solo juguete... Fernando de Capablanca...

Alejandra dijo...

Has dicho una verdad, Fernando ¿de Capablanca?. Con un solo juguete, me aburro bastante y, como soy tan sensible, me echo a llorar.
Como sigas poniéndote sobrenombres, te vas a ganar a pulso el título de "capullo de alhelí" de mi blog. Imagino que sabrás que dentro de un año, voy a repartir premios entre los participantes y tú, te lo estás currando.
Un beso.

Anónimo dijo...

Mi queridísima Ale, no es que tenga vocación de emular a Pessoa, pero como las normas del blog me obligan a ser anónimo, hago de la necesidad virtud y ornamento mi anonimato con los nombres que mejor cuadran a cada momento y más se acomodan a cada entrada. Fernando, un anónimo amistoso y blandito.

Alejandra dijo...

Bienvenido seas con todos tus anónimos amistosos y blanditos (pero el premio te lo llevas).

Kader dijo...

Pues yo, querida amiga, comparto contigo algunas vivencias de la mN, mL y FV de Requena.

Evidentemente no la de haber nacido en tan ilustre Villa, que no ciudad, sin embargo yo también inicié una etapa de mi vida en la mN, mL y FV de Requena: me hice Bachiller, sí has leído bien,me hice bachiller o lo que es lo mismo me examiné, y aprobé, la revalida del Bachiller ( que por aquellos años era obligatoria) y que en la época tenía su morbo,no creas. Los comentarios del pueblo llano no dejaban duda alguna de la importancia del hecho. Bachiller era el título qeu te posibilitaba que te llamaran Don y así se hizo, Don Kader me llaman desde entonces.

Manda huevos !!!! que diría Don Federico.

Ya te contaré la vivencias, me temo que no compartidas, de Cuenca.

Un beso

PD: No era el Levante, que soplaba y fuerte, el que provocaba el baile de letras ( y algo de tembleque) si no los efluvios de un típico producto local.

Alejandra dijo...

Mi querido Don Kader:

Desconocía yo ese capítulo de su historia y que usted hubiera ido a parar con sus huesos a la Mn, Ml y FV de Requena. Sin ánimo de ofender, me imagino que cuando andaba usted adquiriendo ese Don que tanto se merece (e Ilustrísimo que se le llamara), estaría yo intentando gatear (fijo que esto me cuesta algún comentario desagradable). Ha dado usted demasiados datos con eso de la reválida.
Y deje el alcohol, hombre de Dios. Con ese nombre, creía una que su religión le prohibía la ingesta incontrolada. Hoy observo que maneja mejor el teclado e intuyo que el Levante se ha calmado.
Un beso, querido Don Kader.

Unknown dijo...

A Requena, le falta un título que añadir a esos tres rimbombantes que has mencionado, Reina del alma. Porque si allí te cristianaron, que ya es coña para tu salero, justo sería añadir el de "Real" y hacer justicia con tamaño acontecimiento.
Prometí visitar tu blog y lo hice, pero hasta hoy fueme imposible entrar y dejar un rastro de mi presencia. Ahora cumplo la palabra dada y te dejo un beso y el enigma de que me reconozcas.
Seguiré tu rastro por el olor que desprenden los ababoles a tu paso.
Nair-Al-Saif

Alejandra dijo...

Un poco de coña sí que resultó el asunto, Carlos. Pero ya la cosa no tuvo remedio. No quisieron dejarme morica (ya ves tú, qué ironías) y cristiana soy.
No me faltes por aquí, que se te echa mucho menos. Más echo de menos tus enigmas.
Un beso.