EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


martes, 29 de abril de 2008

Concepto "fiesta" (para un torero)


(Para mejor lectura y comprensión de esta entrada pueden pinchar Paquito, el Chocolatero, en Campanas de Bastabales).



Declara hoy Enrique Ponce, después de haber sido padre, que para él "darle el biberón y cambiarla es una fiesta". Ya. Creo que nació hace dos días. Si hacemos una estadística sobre las deposiciones de la criaturita (con perdón) y muy por lo alto, digamos que haya podido ser diez en dos días (haciendo todo un esfuerzo en cinco ocasiones diarias). Suponiendo que hayan sido diez, diez cambios. Y habrá comido, si acaso, dos o tres (¿no hay teta?). Pues bien, a esto le llama "fiesta" el maestro. Pero claro, lleva sólo dos días en ello.

A mí, me cuesta entender el concepto. Habida cuenta que he dado un biberón en treinta y seis años (y porque creí que mi sobrina moría de inanición delante de mis narices) y he hecho un cambio en treinta y seis años (porque mi sobrino no me respeta ni entiende que delante de mí no puede aliviarse), no se me ocurriría llamar fiesta a eso que tuve que sufrir.

Supongo que el maestro, que también llamará Fiesta a lo que hace en su centro de trabajo, tiene otro concepto de la diversión. A mí, mencionándome los cuernos, los biberones y los pañales, se me va agriando el gesto y me voy encogiendo sin remedio.

Y ahora, que me vengan los entendidos en toros a explicármelo otra vez. Estoy deseando verlo.

P.D: Padre, no leas esta entrada que sé que me vas a meter el Cossío entre el coxis y la pleura. Desde aquí, imploro compasión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno tiene la buena costumbre (por timidez, que para mí es sinónimo de buena educación) de no hacer nunca proselitismo de nada: ni de la religión católica (no ando por ahí predicando la Buena Nueva) ni del fútbol (trasunto de la vida misma) ni del liberalismo (la nueva panacea) ni de la eficacia del Mossad como remedio de todos los males (lo mismo que el Cucal) ni, por supuesto, de la tauromaquia.
Y, puesto el toro en suerte, lo fijo en los medios y lo cito: No hago proselitismo de la tauromaquia porque cuando uno asume ese rito, como rito y no sólo como industria; cuando ve en la arena algo más que a un tipo vestido de colores y a un animal herido y fiero, lo que contempla es inefable. Sólo se puede definir si el espectador se convierte en un ser expectante y para ello ha de tener también la capacidad de entender y de percibir que lo que allí sucede es sublime o infame, pero en todo caso, único.
No, definitivamente, Ale, no puedo explicarte -ni a ti ni a nadie- porqué me gustan los toros. Sólo sé que cuando veo a un torero grande, a un torero bueno, a un torero macho (en el sentido más noble del término, que lo hay) me cabe el placer de llamarlo "maestro", que así es como me gustaría que, pasados muchos años me recordaran mis alumnos. "Maestro", como expresión de alguien que imparte y reparte saberes y que se gusta y da gusto impartiéndolos y repartiéndolos. Alguien, pues, que está solo ante un público al que quiere ilustrar, deleitar, complacer, cautivar, entusiasmar y conmover. Por desgracia, Bolonia y los nacionalistas y sus palmeros neopijos-progres ya se están encargando de poblar de nubes ese horizonte. Perdón por la extrema longitud del mensajito. Fernando. A secas. En corto y por derecho y con la muletita "planchá".

Alejandra dijo...

Tiene usted, maestro, muy buenas costumbres y a buen seguro, D.Jesús, mi progenitor, le recibirá bajo palio el día que tenga a bien visitar Gwangey. Si le habla de toros, claro, que sus otros palillos, mejor ni los mencione por si le metemos entre todos la muletita "planchá" por algún sitio inderocoso. Mi estirpe tiene mal genio.
En cuanto a lo que me cuenta, le entiendo y creo que debería hacérselo mirar. Si le sirve de referencia, yo en el albero veo algo más que un tipo vestido de colores y a un animal herido y fiero. Creo entender y percibir lo que allí sucede. Incluso una vez fui a una corrida de toros en Alburquerque.
Y me gusta mucho el Cayetano (que el Altísimo me lo conserve muchos años en ese estado de gracia y juventud). Pero de ahí, a llamarlo fiesta...si yo lo que no entiendo, querido Fernando, es el "conceto" o concepto. Por lo demás, lo que más me gusta es el momento clarinete-bocata. Sobre todo cuando chorrean los pimientos y el de atrás, te explota una cerveza en el cogote.
Sublime, sin lugar a dudas.
(¿Pinchó Paquito el Chocolatero?).

Besos, Maestro.