EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


viernes, 29 de agosto de 2008

Fe en el futuro


Mis queridos contertulios: eso que veis en la foto es mi futuro hogar. Parte de esos bloques de ladrillos me pertenecen (un ladrillo o así, por ahora). La grúa no, eso es de Dragados, según me han dicho.

Observando los planos (y aquí me corregirá mi amiga, la arquitecta), el dormitorio principal da a las montañas que se ven al fondo que, según me indica mi Meca-brújula, da directamente a la Kaaba. Vicios que una tiene.Pues sí. Héteme aquí convenientemente hipotecada y alquilada (por partida doble y por si había dudas al respecto).


Ahora he cogido el vicio de ir a visitar las obras. Los obreros me miran ya con recelo. No os digo nada cuando saco la cámara de fotos y me pongo a fotografiarles los cascos y los ladrillos. Tiro la foto y salgo corriendo al coche y huyo, no muy lejos porque tiene otra entrada y puedo seguir con mi espionaje fotográfico. Pero qué mejor que ver las cosas nacer, crecer y reproducirse.


Pasarán más de mil años, muchos más, antes de que os pueda enseñar el saloncito Luis XVI que tengo en mente. Es más, ya he calculado que el saloncito Luis XVI no cabe ni de coña en los metros asignados pero una tiene fe en el futuro (arriba, derecha, detalle saloncito Luis XVI).


Mi futuro barrio, además, me gusta. No por nada, sino porque en la misma calle, viven ya dos amigas, una calle más abajo otros dos amigos más y una calle más arriba, acaba de hipotecarse otra amistad. Según rumorean, hay prevista la construcción de un geriátrico en las inmediaciones. Lo tenemos todo calculado. Para cuando todos hayamos habitado los pisos, estén terminados, las lámparas colgadas y demás, tendremos que ir reservando plaza en el geriátrico contiguo. Mientras tanto, hemos fichado ya unos cuantos bancos donde comeremos pipas, haremos botellón y nos intercambiaremos información sobre la menopausia y la próstata. Y, nuestros sobrinos e hijos (para quienes sí los tienen ya), estarán ya pergeñando como conseguir una incapacitación de los abueletes (que ya seremos nosotros) para quedarse con los pisos que, esperemos, a lo mejor se han terminado de pagar.


Insisto: tengo fe en el futuro.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y un día de estos pongo yo un bar, donde sirvan cafecitos buenos, cañitas frescas y tapas variadas con mucho jamón!!!!
Viva el barrio de las hipotecadas!!!

Alejandra dijo...

Lo que más me agrada del barrio de las hipotecadas es lo mucho que vamos a ahorrar en gasolina a la hora de vernos. Ya no habrá debate sobre quién lleva a quién a su casa y quedar, será mucho más fácil que nunca.