EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


miércoles, 13 de agosto de 2008

13 de agosto de 1991 (martes)

Esa es la fecha de mi permiso de conducir. Del examen práctico. Aprobamos a la primera y hablo en plural porque por aquel entonces, había rezado a varios santos que conocía y a los que después ya les perdí la pista. Incluso dije aquello de: San Cucufato, San Cucufato, los cojones te los ato. Sin saber que aquello nada tenía que ver con la materia que me ocupaba.
Ha llovido un rato desde entonces. Pero bien puedo presumir hoy en este lugar de no haberme estrellado nunca, de no haber roto nunca un plato ni un coche, de no tener denuncia alguna en mi haber por motivo alguno y de haberme ganado la confianza de todas mis amistades.
Aún así, veo el anuncio aquel de "hola, soy la columna de tu garaje" y se me eriza el vello. Es el único trauma que a pesar de mis diecisiete años de experta conductora, no he logrado superar. Lo siento. No puedo. Hoy, sin ir más lejos, meto el coche en un aparcamiento madrileño. Madrid, vacío. El aparcamiento, casi abandonado. Juro por mi sangre que en la primera planta no había un coche a la vista. De columna a columna había una distancia como la que hay entre Cadaqués y Loja. Pues mi cerebro ya se veía estrellándose contra una de ellas. Cosa que, como era de esperar, no ha sucedido (matemáticamente la posibilidad era mínima).
Para regocijo de los murcianos que a veces visitan el lugar, diré que la única vez que me he estrellado contra una columna de un aparcamiento público, ha sido en Murcia. Con un par. Yo no sé cómo hice aquello pero cuando quise darme cuenta, tenía la columna incrustada en la matrícula y una cara de gilipollas que no puedo describir. El vigilante se acercó acojonado porque el golpe le debió sonar a que iba a encontrarse a un cadáver dentro del vehículo. Se encontró a una tipa descojonada de la risa y con los pelos algo revueltos. Creo que le dije algo así como: ¡Hay que ver qué pequeños son los aparcamientos en esta ciudad!. El pobre hombre no se creía lo que le había tocado en suerte. Creo que estuvo aguantando la respiración hasta que me fui de Murcia y saqué el coche de allí. A los efectos, había tenido el detalle de apartarme todas las columnas para que saliera con soltura. Seguro que aún soy tema de conversación del pobre hombre con sus amistades a la hora del carajillo. Y seguro que anotó la matrícula cosa que hubiera hecho cualquier persona en su sano juicio.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Por dios, por dios, por dios... ¿Martes y trece y yo sin enterarme? Pánico me dan esos días aciagos a los que tengo que temer porque por algo me rompieron la cabeza unos desalmados neonazis en un viernes y trece. Y yo he pasado el día sin enterarme de la que se me podía venir encima. Tan feliz. Preocupado por un mensaje que me llegó tardísimo, lease las 3 de la madrugada, de médicos y cuitas y cansancios... Miro el calendario y constato que no es martes, y a esta hora ni trece ni ocho cuartos. Estamos en vísperas de un puente que puede que arrase con media humanidad mientras miramos ensimismados a algún chino haciendo tonterías en la olimpiadas. Y tan campantes. ...Mientras queden chinos que se inmolen en aras a que todo salga perfecto y quede políticamente correcto, pues nada, a disfrutar.
Reina, que se te ha ido la olla y me ha hecho gracia poder enmendarte aunque sea en tamaña pequeñez.
Salud a quienes por ahí trabajan y un puente tranquilo. Ya sabes que se te añora.

Alejandra dijo...

Por no molestarte a estas horas con una llamada intempestiva, he de decirte que era martes y trece. De agosto de 1991. Hace diecisiete años ese martes, sí, era trece.
No te llamo y te doy tres voces porque mi religión me prohíbe perturbar el sueño de los hombres buenos y justos.
Te juro que me quedo con las ganas de hacerlo. Pero buscaré, eso sí, un método eficaz, indoloro, suave, para hacer que reconozcas que tu olla está bastante peor que la mía.
Un beso, estés donde estés.

Marta dijo...

Joder con las ollas...
La mía debe estar en algún lugar entre Móstoles y Cincinati (o como carajo se escriba, que tengo licencia para escribir como me salga del moño)
Y a horas más intempestivas he llamado yo señores y señoras, sólo hay que ponerle humor a la conversación y todo se arregla.
En fin, que me quedo con las ganas de ver al P.Blaster, no ha vinido, pero chica, mejor. Que me sigue sin sinaptar la neurona adecuada, aunque veo que es algo generalizado, debe ser que el mes de agosto es reducido de personal hasta en los cerebros más brillantes.
Me voy a dormir que mañana tengo más posavasos de plastilina, cocodrilos de bolitas, imanes de nevera, marionetas de colores o no sé qué mierdas infantiles...
Llegaré viva a San Mateo? De ser así, prometo un día de borrachera gratuita a cargo de las peñas de Cuenca city.
Nena, gracias por entretener a la superiora, que a mí tampoco me apetecía moverme de casa ajena jejeje.

Alejandra dijo...

Así es: aquí la criaturita de los vasitos de plastilina y las marionetas de colores, que parece inofensiva, es capaz de llamar a las dos y media de la madrugada para comentar que se le ha parado el coche en mitad de la autovía y no por falta de gasolina. ¿Y a quién mejor que quién está de vacaciones y padece insomnio para contarle la lluvia de estrellas en pleno páramo? Pues a una servidora.
Marta, querida, me hubiera quedado hasta las tantas pero la anfitriona y hermana tuya, abría la boca como si fuera un buzón de correos. No me he atrevido a pedirle un pijama y un orinal que es, en realidad, lo que me hubiera apetecido hacer esta noche. Dormir fuera y en buena compañía. Porque, digo yo, ¿vosotras sois de orinal, no?.

Paul Spleen dijo...

Todo esto me escama: yo estuve en Cuenca en unas fiestas de San Mateo con una tal Marta…

Está muy bien que se meta usted con Murcia merced a cualquier excusa peregrina, pero ¿qué me dice de Cuenca? ¿Qué se puede esperar de una provincia que cambia de prefijo telefónico cada diez años?

En realidad, lo que ocurre es que estoy resentido con los conquenses: me llevaron a un parquecillo, me enseñaron una estatua bajita, me dijeron que pusiera la oreja en una oquedad porque se oía una voz y, cuando coloqué mi oreja contra la piedra, me dieron una señora hostia, aplastando mi cabeza contra la escultura de marras. ¿No es esto triste?

Alejandra dijo...

Sí, se le nota algo resentido con los conquenses pero habrá de reconocer que su inocencia le llevó por esos malos caminos. Y no tanto la maldad congénita de los conquenses que son malísimos, en realidad. Todo hay que decirlo (en este punto, tiro de DNI, que pone que soy valenciana, como comprenderán).
A lo que vamos: no me metía ni con Murcia ni con los murcianicos. Todo lo contrario. El pobre vigilante era un santo varón que me tuvo una paciencia infinita e inaudita. Pero lo cierto es que los aparcamientos murcianos son pequeños, muy pequeños. Exactamente fue enfrente del Ayuntamiento murciano. Seguro que el Alcalde tiene algo que ver en esto.
Mis saludos a la Región de Murcia en su conjunto. Otro día hablamos del trasvase. Y el Júcar ni mentarlo. Como comprenderá.

Anónimo dijo...

aysss... qué voy a hacer si tenía sueño, pero bueno ya sabeis podeís quedaros siempre. Y no, no soy de orinal, yo más bien me gusta dejar cada cosa en su sitio y eso de las micciones no me gustan en mi habitación. Pero si ustedes precisan de orinal, dicho y hecho lo compro y os pongo un pijamita a cada para que podaís retozar en el "cheslon" o en cualquiera de las habitaciones de la mansión.
Ya sabeís...
Besetes anonimas mías.

Marta dijo...

Estimado Paul spleen (lo de estimado es por educación, que aunque una es conquense, tiene una educación infinita). Enhorabuena por concer Cuenca, San Mateo y a una tal Marta. Le aseguro que en mi vida he cruzado palabra con un murciano en San Mateo, así que, como en las tapas de los yogures: "sigue buscando".
Ahh! Y por lo del coscorrón... En fin, ahora entiendo muchas cosas... Eso sí, creo que es usted el primer turista con deterioro cognitivo a causa de escuchar el famoso canto del gallo conquense, porque no es una voz lo que se escucha, querido, si no un gallo, así que, o bien empezó usted con el deterioro nada más recibir el golpe o no le explicaron bien la leyenda.

Alejandra cuore, yo lo del orinal tampoco fumo, pero sólo porque tardé 16 años en aprender a mear en el campo, y ahí lo dejo, en el campo, cuando puede ser, uso instalaciones al uso. jajajajaja. Pero vamos, a lo de dejar un pijamita en la mansión, un cepillo de dientes y un cenicero en condiciones (el imán paellero ya lo tenemos, tienes que verlo) a eso, me apunto!
El lunes regreso a la ciudad, de momento estoy aquí, en el pueblo, rodeada de madrileños venidos a más. Esto de los pueblos grandes, es un asco.
Afortunadamente, no se ha encendido la luz de la batería del 206 durante el viaje. Sólo lo ha hecho unas veces en los 40 minutos que he estado esperando en la gasolinera del alcampo... Porque por continuar con mi mes de oro, justo cuando he ido a pagar en la gasolinera, ha decidido bloquearse el ordenador y no podían cobrar a anadie, pero tampoco me han dejado huir sin pagar los 30 euros de gasolina sin plomo... 40 minutos esperando... sin radio, sin móvil, sin un cigarro (que lo he pensado, pero dado mi historial, no he querido ver 25 personas enfurecidas en llamas por la ciudad...)
No sabéis el miedo que me da ir a trabajar mañana :s
Definitivamente prefiero el "cheslón", o la calle San Francisco, o el chino de la U...
Rescatadme damiselas!

Alejandra dijo...

Francamente, querida, no estoy yo para muchos rescates sino más bien para que me saquen a pasear (en silla de ruedas y con una botella de oxígeno). Te remito a la entrada que he escrito hoy y ahí entenderás que no tengo el chichi para farolillos (bonita frase popular que sirve para un roto y para un descosido y a mí me hace gracia porque, que quereis que os diga, me lo imagino con los farolillos colgando y aún me río más).
Besos.