
Ahora accedo con facilidad a toda una galería de ecos de alguien que se ha convertido en mi retina en un personaje que te aparece por google o por youtube. Como me puede aparecer el ratón Mickey o Pocoyo (vereis que sigo en la línea de la entrada anterior).Sobre todo su imagen y su voz me deja la misma sensación de personaje irreal, graciosillo a ratos pero, sobre todo, imaginario.
Y todo eso, lo confieso, me inquieta. Tanto como las caras de Bélmez, creo. Como una mala teleplastia para entendernos (a no confudir con una vulgar paraeidolia, amigos y si no, lean lo que dice la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas al respecto de teleplastias y paraeidolias). Y la voz, señores míos, resulta tan inquietante como las psicofonías del Palacio de Linares. Pongamos por caso. Mucho nitrato de plata, mucho aceite y algo de agua. A lo que parece.
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