EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 23 de noviembre de 2008

Desayunos orientales


Hoy he dormido como una becerra. Eso significa que me he levantado a las doce del mediodía y sin remordimientos de conciencia. Como cuando era adolescente y me pasaba los veranos dormitando a la sombra de un sauce llorón (por ejemplo). Pues sí, he dormido como una becerra, placenteramente, como un bebé, sin sobresaltos, sin prisas, sin planes, sin obligaciones. No encuentro otra actividad que me provoque más placer en los últimos tiempos que dormir becerrilmente, que se diría así, seguro. Por mucho que no tengo ni idea de cómo duermen las becerras pero me da que duermen del tirón.

Además me he desayunado como a mí me gusta con un desayuno, propio de mi edad y condición. Con mi tomate, mi pan, mi queso, mis aceitunitas. Desayuno que practico desde mi estancia en tierras orientales en cuanto tengo la ocasión. Y es que, amigos míos, los desayunos de los hoteles me matan. Los zumos que no son zumos, el café que no es café, el embutido que no es embutido. Da igual el lugar o la ocasión porque si algo ha tenido de bueno la globalización es que comemos mierda todos. Y que no hay manera de tomarte un café en ningún hotel del mundo. Lo que cualquier humano cafeinómano entiende por un buen café.
Así que gracias a estas cosas de la globalización de las galaxias, resulta que lo mismo da dormir en Dakar, que en Bruselas, que en Bamako, que en Bangalore. Si algo une a los humanos en este momento y a gentes de cualquier raza y condición es la mierda de café que ponen en los hoteles a la hora de desayunar. No digamos ya el café que se sirve en los aviones que si malo es que no nos dejen fumar (por motivos de seguridad), al menos y por caridad, deberían servir un café en condiciones. Pues no.

Así que desde esta pequeña plataforma virtual, exijo a los gobiernos del mundo, al G-20 y a su madre que viniera a hablar conmigo, que reflexionen atentamente sobre este asunto. Estoy convencida que si cambiara el café de los hoteles y de los aviones, las cosas serían de otra manera. Al menos, yo, me pondría de menos mala leche. Y eso, sin duda, puede cambiar también el curso de la Historia (con mayúsculas).

He dicho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Has hecho lo que yo, tomar un señor desayuno. Ya me dedicaré a perder calorías de lunes a viernes. El fin de semana es... MÍO, no de la báscula.

Alejandra dijo...

Querida Marvel:

Hay algo de mágico y extraño en todo esto de los blogs. Mientras usted me ponía a mi su mensaje, yo estaba poniendo un mensaje en el suyo. Así que amén de desayunar ambas como nos merecemos, tenemos una sincronización que no tiene parangón.
Lástima que no sepa nadar como una sirena, si no, le propondría montar un equipo de natación sincronizada. O algo similar.
Buen domingo.