EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


sábado, 15 de noviembre de 2008

Casablanca

Pues esta noche sin par, tengo el honor de poner unas líneas desde Casablanca, contenta de haber pedido en préstamo un portátil con su tecladito español y todas sus tildes. De este modo, os compenso la ausencia telefónica de los últimos días, el no poder tener esas largas conversaciones nocturnas con quienes me estais llamando y cuidando tanto. Pero aquí estoy y aquí me ando.
Para confirmar la teoría de que tengo un imán con el sur que no tengo con el norte, os diré que el vuelo llegó puntualísimo, la maleta llegó a la par que su dueña, me esperaban cordialmente en el aeropuerto, me trajeron a un hotel correcto y me instalaron con toda comodidad. No es una teoría muy desarrollada la mía ni tampoco puedo aportar estadísticas fiables. Pero la cosa es así.
¿Qué os puedo contar? Para quien aún crea que Casablanca es lo que sale en la película y que alguien me la ha tocado otra vez, les diré que no. Aquí he venido a ganarme la fama y el pan de mis sobrinos (o al menos, a asegurarme que me lleven de ancianita a una residencia con sábanas limpias donde me limpien el culo, como mínimo, una vez al día). Pero la fama cuesta, como bien sabemos y, por ahora, he decidido refugiarme en mi habitación, abrir el balcón de par en par, mirar la luna llena (llenísima, diríamos) y ponerme a escribir una entradita en el blog que, posiblemente, pasará sin pena ni gloria en la historia universal de las bitácoras mundiales y que, posiblemente, importará la misma nada al resto del Universo. Como a mí me importa la misma nada lo que posiblemente estará escribiendo algún infeliz despistado en algún blog perdido de las mismísimas antípodas de la morunez.
Pero es que creo que esta noche me lo estoy contando a mí misma. Me da a mí que ni pienso en quien me lee ni pienso casi lo que escribo. Me da a mí que tanto daría estar escribiendo aquí que estar sacándome una muela.
Ahora bien, por si alguien me leyera o leyese (que también pudiera ser y milagros mayores se vieron), bien podría decirle que una especie de furia visigoda me invade desde hace un mes y pico. Que esa misma furia visigoda, me tiene alerta, no me deja parar, no me deja estar quieta ni un momento, no me deja echarme a la pereza, ni a la desidia ni a la desgana. Le diré que la furia visigoda me tiene puestas las pilas. Que es tanta la rabia, la furia y el cabreo que no paso ni una. Más bien que no me paso ni una. Que ya no me valen excusas para no hacer esto ni para no hacer lo otro.
Todo ello, traducido del arameo al cristiano, viene a significar que desde que ya no le veo, ni le oigo, ni le llamo, ni le toco, ni le cuento mis historias, le hablo más que nunca, le llamo como una loca, le oigo a todas horas y le veo en las esquinas. De ahí que no pare ni en sueños. No vaya a ser que volvamos a encontrarnos y me lea la cartilla.
Así que va por él. Toda mi furia visigoda va por él. Todo mi empeño por ser mejor, va por él. Y toda mi alegría en esta noche marroquí también va por él.
Va por usted, maestro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo te leo.

Alejandra dijo...

Y yo te lo agradezco, Elena. Aún no sabiendo quién eres, te lo agradezco.

Anónimo dijo...

Si me conoces. He sido tu profe de prácticas. (Cuenca, unos años atras...).

Alejandra dijo...

Loado sea el Señor que le puso el pico al grajo, a las mujeres su raja y a los hombres, su badajo.
(Bonita copla popular para expresar la sorpresa y la alegría que me produce verte por aquí.

Un beso inmenso, profa.

Anónimo dijo...

Me leí el blog entero en dos días, hace como un mes. Tela.

Anónimo dijo...

Huy! la de antes era yo.

Alejandra dijo...

Que digo yo, Elena, hermosa mía, que te lo podías haber tomado con más calma y leerlo en dos o tres semanas. Me da algo de apuro que te hayas metido esto en dos días. Lástima te me marees o algo.
Y que, insisto, me da alegría que me escribas por aquí. No en vano nos hemos echado unas risitas juntas en aquellos tiempos.
Tanto aprendí de ti y de tus sabias enseñanzas, que aún no me he recuperado.
Un besote.