Hace unos dos días mi sobrina, de cinco años, me dijo que este año iba a intentar cumplir años en verano, que le viene mejor porque no tiene escuela. Los cumple el diez de diciembre.
Lo dijo con tanta seguridad y con tanto aplomo que no pude más que sonreírme y enternecerme porque era la misma cosa que a mí me entraba cada dos de diciembre de mi infancia cuando veía que mi cumpleaños caía en lunes, en martes, en miércoles, en jueves o en viernes y allí estaba yo en la escuela. Soñé varios años con cumplir los años en verano que era cuando a mí me venía bien.
Pues ahí está la cosa, repitiéndose el ciclo y volviendo a mí la enana que fui. Lamentándolo mucho, tuve que decirle que eso nunca iba a suceder. Que sin remedio, seguiría cumpliendo los años en diciembre y que diciembre nunca es verano. Así son las cosas.
2 comentarios:
¿Y una mudanza al hemisferio sur? Coménteselo a la niña, que seguro que le gusta.
Creo que se lo voy a comentar a los padres que, al fin y al cabo, son quienes pagarían la mudanza. Me temo que no llegará a buen puerto por mucho que la idea es buena.
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