Con una diferencia de muy pocos días, recibo invitación para el festival de jazz de Vitoria y para el festival de jazz de Tánger. Acepté inmediatamente la invitación a Vitoria y me veo aceptando de inmediato la invitación tangerina. Me pregunto qué hacer si me llega una tercera invitación a un festival de jazz. No tengo nada en contra del jazz; más bien, todo lo contrario. Pero espero como agua de mayo una invitación a una congregación de tunas de España. O de rondallas populares. Se ve que nunca alcanzamos la felicidad.
Así me veis, pues: en junio a Tánger y en julio a Vitoria. Y que se mueran los feos (y los hipotecados).
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