EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 12 de octubre de 2008

La normalidad

Estamos de vuelta a Madrid, a eso que llaman la normalidad, el trabajo, el lío diario. Pero para mí la normalidad era lo de antes. Lo de ahora no es normal hasta que, supongo, llegue un día en que sí lo sea. Por ahora, no me es normal no poder hablar con él, no saber cómo está, no contarle lo que estoy haciendo esta semana. Pero bueno, acepto con resignación mi nueva normalidad con el único consuelo de saber que no se pudo hacer más y que se le quiso hasta la médula. Y que él sabía que así era.

Mucho antes de que todo esto sucediera, tenía en mente lo del testamento vital. Esas cosas que vas dejando porque siempre salen otras más urgentes y menos lúgubres. Pero no pasa de ahora. Tal y como han sucedido las cosas, no me queda otra que dejar por escrito cómo quiero morir el día en que me toque a mí hacerlo. Espero poder meter una claúsula donde se diga que no quiero absolutamente nadie a mi alrededor que me hable de Dios ni de la Virgen ni del sufrimiento como vía para una vida mejor que me espera después de palmarla. Sólo eso pido por caridad. Que nadie me hable del valle de lágrimas ni de la vida eterna. Un respeto a quienes no nos gusta nada sufrir ni creemos que pueda haber nada más.

Aprovecho para abrazar desde el alma a quienes habeis estado ahí, al pie del cañón, de una manera u otra. Sin vosotros, todo esto hubiera sido aún más difícil. Sin vosotros, lo que viene, sería absolutamente insoportable.

Se os quiere.

2 comentarios:

Bito dijo...

Es importante que tu última estancia en la vida te sea respetada. No pudimos elegir nuestra forma de llegar, que nos dejen escoger por lo menos nuestra forma de marcharnos.

Al fina y al cabo tras vivir nos lo hemos ganado ¿verdad?.

Cuídate, Alejandra.

Alejandra dijo...

Es tan importante que de no ser respetado, aún crea más dolor. Eso es lo que a nadie le perdono, ni bajo ningún concepto.
Pero creo que la indignación me vino bien. Me puso las cosas tan en carne viva que me sentí más viva que nunca. Igual les tengo que dar las gracias, a la larga.