Los días pasan volando que ya estamos a quince. Estoy a tope de todo, sobre todo de trabajo, pero los días pasan y ha pasado una quincena. En cuanto nos descuidemos, estamos comiéndonos las uvas. Y hoy tengo yo un ataque de vértigo con esto del tiempo que no es normal lo rápido que va. No es normal y yo no sé frenar esto.
Este fin de semana dormiré en Johannesburgo que es un lugar que está muy lejos, tan lejos como que está a diez horas de mi casa, en el fin del mundo hacia abajo desde mi portal. Pasaré unos pocos países de madrugada y llegaré al amanecer. Y cuando me vea allí, me entrará un ataque de nostalgia hasta del último papel que tengo escondido en la última estantería del último rincón del último pasillo de mi casa. Y no podré evitar querer volver porque si de algo sirvió el tiempo es para hacerme muy mayor y querer estar al lado de mis cosas. Para que nadie mueva nada, para que no pase el tiempo.
Os pensaré desde tanta lejanía y querré volver para seguir pensando a cada uno de vosotros de más cerca. Que no me fío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario