EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


jueves, 23 de julio de 2009

Damasco, Alepo, Ammán...y otras menos vividas, pero igualmente paseadas

Hace mucho tiempo que no dedico ni un minuto a las ciudades vividas. Hoy ha llegado el momento. Me quedé en mi año 94-95, ese año incierto y tontorrón en que una acabó la carrera, no llegaba aún a la categoría de becaria en condiciones y por empezar, empezó un doctorado, un curso de inglés, uno de francés, uno de italiano y no lo empecé de checo porque ya me hubiera sentido mal. Un año incierto y raro. Clases de doctorado, sin saber muy bien en qué quería una doctorarse. Pero al final de aquel año raro, llegaron dos becas: una para Estados Unidos y otra para Siria (en el camino, habíamos desechado la idea una beca para Irán que puestos a imaginar, casi me da por mejorar mi persa). El caso es que en esa intensa búsqueda sin saber muy bien qué hacer, cuando quise darme cuenta, estaba sacando un visado para la República Árabe Siria que, en realidad, fue la tercera opción que yo había solicitado.

Llegué a Damasco un 9 de octubre de 1995. Volvería definitivamente a España un 20 de septiembre de 2000. Recuerdo la primera noche de la llegada como si la viviera en este momento. En solitario, me espera un conocido de una conocida. Lo de siempre. Un compatriota desconocido que se presta voluntariamente a hacer la recogida en un aeropuerto que, de entrada, no se olvida. Tres días de acogida amable y temporal, búsqueda de una habitación y nueva vida. Pasé por el barrio de Bab Touma un tiempo, por el barrio de Rukn Al-Din otro tiempecito, por el barrio de Al-Mezze, otro tiempecito, dos años en Alepo, vuelta a Damasco y regreso a España.

En realidad, son dos ciudades vividas y un país pateado de arriba a abajo. Damasco, Alepo, Damasco. En mitad de todo aquello, visitas al Cairo, visitas a Beirut, una estancia de unos meses en Ammán y algún que otro devaneo con la madre patria. Mentiría si dijera que no echo de menos Siria. Mentiría si dijera que querría volver a vivir de nuevo el exilio. Tanto lo eché de menos como me alegré de la vuelta definitiva.

Pero, para quienes no lo conoceis, hay que ir. Hay que ir a Damasco, a Palmira, a Hama, a Homs, a Alepo, a Beirut, a Petra, a Jerash, a Jerusalén, a Belén, a Trípoli, a Maloula, a Baalbeck, a Biblos, a Seidnaya. Hay que ir. Hay que pasar por allí, al menos, una vez en la vida.

Contad conmigo para una próxima vuelta.

2 comentarios:

Almu dijo...

Si hay que ir... ya sabes... Si tñu quieres... yo me dejo!!! Y prometo llevar el pasaporte en la mano!!!

Alejandra dijo...

Si la vida me pusiera por delante hacer otro viaje que requiera de pasaporte contigo, ten por seguro que te cosería a la falda el pasaporte, tres días antes de que te pusieras a hacer la maleta.

P.D: para quien desconozca el dato, esta mujer viajó conmigo a Marruecos y sólo hubo un pequeño problema. Antes de salir para Madrid a coger el avión, se había dejado en casa el pasaporte. Es lo que los viajeros habituales denominamos "síndrome Schengen" o "allá que voy yo y que me quiten las fronteras" y en casos ya graves, "paz y amor y el plus pál salón".
Pues eso.