Dice Saramago a la muerte de Mario Benedetti que "siempre quedaba esa ingenuidad que es pensar que lo inevitable se puede posponer, pero no se puede, y cuando llega, como acaba de llegar para Mario Benedetti, es muy duro". Así es. Aún sigue quedando la ingenuidad de creer que nunca sucedió aunque allí se estuviera y se fuera testigo del adiós. Pero no nos queda sino "defender la alegría como una trinchera, defenderla del caos y de las pesadillas, de la ajada miseria y de los miserables, de las ausencias breves y las definitivas".
Aún así, en cada muerte ajena, le recuerdo. En cada duelo ajeno, veo el mío. En cada homenaje, hay una dedicatoria también para él.En cada ingenuidad, veo lo ingenua que fui aquella noche aunque me parece casi que ya lo sé todo. Al menos, todo lo que necesito para seguir defendiendo la alegría. Por definitiva que sea la ausencia.
4 comentarios:
¿Acaso no fue Benedetti quien escribió que quien pecho abarca, loco aprieta? Claro que sí: con legados así, todavía se puede creer en la alegría.
Ahí estamos, señor Paul.
siempre genial amiga. Gracias por tambien recordar a Mario.
Besetes
Pues casi siempre que me acuerdo de M.Benedetti, me acuerdo de ti. Por algo será.
Besos.
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