EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


domingo, 25 de julio de 2010

Y fiestas de guardar

Hoy, domingo, me he levantado con aquello que se conoce ya como cuerpo jota o cuerpo veraniego. Quiere decirse sin querer levantarme, ni hacer nada, ni pensar en nada, más que en darle al cuerpo lo que es del cuerpo y al César que le den. Básicamente esa es la idea. Pero aún no puedo ser. En pocos minutos, he tenido que hacer un ejercicio de contención estoica para no salir pegando voces por mi barrio como estuviera poseída por algún demonio y para poder resistir la semana que aún queda, el último viaje a Madrid, los últimos cinco madrugones mañaneros, la recogida de cosas, el cerrar asuntos en la vana ilusión de querer darles carpetazo a todo aún a sabiendas de que estarán ahí a la vuelta de septiembre y el regreso otra vez. Quedan escasos cinco días para poder dejar el cuerpo y la mente a su libre albedrío y gusto. Y otra vez las promesas del verano. Haré esto, haré lo otro, por aquí, por allá y por acullá. Pero y el gusto que da hacerse promesas que nunca se cumplen. El simple pensamiento ya provoca placer.

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