...y tiro porque me toca. Si algo de bueno tienen las vacaciones es que me permiten aparcar en la puerta de mi casa madrileña. En la mismísima puerta. A veces, pido a todos los arcángeles que dos o tres millones de madrileños se conviertan en estatua de sal en la playa. No por nada sino porque se vive mucho mejor con menos gente por aquí. Y menos coches.
Lo dicho. Que comienza otra semana (laboral), queda menos para que me toque irme a mí y confieso que cuento los días haciendo rayitas en la pared.
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