EL COLLAR DE LA PALOMA




Obrad como si no me hubierais conocido nunca, que yo también obraré como si no me hubieseis conocido ni amado.


sábado, 3 de julio de 2010

Sonidos de ahora

A pesar de haber inaugurado por aquí una sección que se llama Sonidos de entonces, resulta que ahora me ha entrado la cosa de escribir sobre los sonidos de ahora y me refiero a las cosas que escucho de noche en esta nueva casa. Ya comenté algo de esto pero es muy curioso todo. Curioso por desconocido. Es ya noche cerrada y hay bastante silencio. La ventana, abierta. Escucho permanentemente grillos. A diferencia de la otra casa, donde escuché durante muchos años el sonido automático de un semáforo indicando a los invidentes que pueden cruzar. Madrugada tras madrugada. Durante años, jamás vi un invidente cruzando de madrugada ese paso de cebra. Pero sí escuché el semáforo durante años. Ahora son grillos y no hay semáforos cerca. Esto queda casi a las afueras. Y sin casi. Durante años, escuché verbenas, cerca. Me llega el sonido de una verbena veraniega, muy lejana y no logro identificar dónde puede estar ni nadie pasa por aquí para ir allí. También las conversaciones de los vecinos. El silencio es grande y las ventanas abiertan me dejan escuchar perfectamente las conversaciones de las cenas de las casas vecinas y el bloque de enfrente. Ya he visto también el primer desnudo y eso que, a pesar de no quedar demasiado cerca, los cuartos de baño se intuyen desde aquí. Y oigo niños, bebés, muy pequeños, y son varios. Lloran, berrean. Hacía años que no escuchaba un bebé de noche. Imagino y deduzco que mi edad se ha equiparado bastante a la de mis vecinos. Antes, casi todos y el que menos, me sacaba treinta años. Así que bebés, grillos, cenas animadas, verbenas lejanas, algún coche de vez en cuando y silencio, en general. Y el viento. Que hoy sopla de Levante.

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