Me entero desde Túnez de las consecuencias del volcán del que nadie dice su nombre porque no hay huevos a decirlo. Parece que de aquí a Madrid se puede volar sin problemas y eso me toca hacerlo mañana.
Llego en sábado y pienso dormir el domingo como si nunca hubiera dormido. Como si fuera la primera vez que veo una cama. Como si nunca fuera a dormir más. Como si no tuviera otra cosa que hacer que, de hecho, así será el domingo.
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