Después de la entrada de estos días atrás, titulada Post-operatorio, me veo obligada a desmentir que la cosa consistiría en reconstruirme el himen. Seamos serios, amigos y dejemos las llamaditas graciosas y los chistecillos ocurrentes por correo electrónico.
Forzada por la situación, oh, llenos de gracia y cual duquesa de Alba al borde del abismo, desmiento en este comunicado oficial que lo cerrado fuera el himen. El recosido fue en la oreja, mucho más vulgar y menos exótico que lo otro y, sobre todo, que no aporta nada excitante a mi inmediato futuro más allá de colgarme un pendiente en el lugar que le corresponde.
Dicho esto, maldigo a los malditos, malidicentes, cotillas, malpensados y Sor Citroën de todo pelaje y condición.
Os quiero, eso sí.
6 comentarios:
Pues si tienes razón.. además que caso lo del himen.
mejor disfruta
Yo también te quiero, coraçao
He estado un tiempo alejado de este blog y ahora me arrepiento: veo que me he perdido grandes ocasiones de recurrir a la mofa y la befa, a la chanza, a hacer uso de la más fina retranca. No volverá a ocurrir.
Cuando aún estaba lejos, su padre lo vió y se conmovió. Fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. El hijo comenzó a decir: ¨ Padre, he pecado contra el cielo y contra tí. Ya no merezco llamarme hijo tuyo.¨ Pero el padre dijo a sus criados: ¨Traed enseguida el mejor vestido y ponédselo; ponedle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomad el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado.¨ Y se pusieron todos a festejarlo.
Le recibiremos como al hijo pródigo, señor Paul.
Es mutuo, Sor Citroën. Ve preparando camas, colchas y brocados. Nos veremos pronto.
Mejor disfruto, sí, señor Álvaro. No quiero imaginar además, lo que cuesta dicha reparación. Lo que yo me he hecho ya llega casi a los trescientos euros.
Y bienvenido y bienhallado.
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