A última hora de la tarde, he estado haciendo unas compritas para la cuestión final de los Reyes. Compruebo extasiada que los juguetes de niñas son más de niñas que nunca (antes nos caía la muñeca pero ahora tenemos de todo, el fregón, el micro, la plancha, el horno, la vitro, el puestecito de verdura, el centro completo de planchado, los maquillajes, y así...) y los juguetes de niños tienen pinta todos de estar destinados a criaturas capaces de sacarles a sus padres las tripas y hacerse un sonajero.
A estas alturas de la película, me da igual. Cada uno verá cómo pretende educar a sus hijos e hijas. Pero lo que sí me molesta es que se gaste tanto en hablar del asunto para llegar a un estante de una gran superficie y darte cuenta que nada ha cambiado en el mundo del juguete y que poco más ha cambiado en el mundo del adulto.
Así nos va.
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